El desafío de pensar
A raíz de las protestas en el Cauca, de la agitación que se vive en el país, de la postración política en la que estamos desde hace años, de repente sentí la necesidad de ver con claridad en qué creo. No es fácil, en un país donde la exaltación y las pasiones nos suprimen a menudo la capacidad de reflexionar. En un país como Colombia, pensar se volvió un desafío. Y no porque no tengamos capacidad para hacerlo, sino porque nos hemos entregado a la pugna persistente, vivimos pasando la cuenta de cobro, buscando culpables, enemigos, responsables. No ha sido excepcional el tema de la Minga indígena. Y vuelvo y me lo planteo, ¿en qué creo? Creo que la Minga tiene razón de ser. Creo que el camino elegido por los indígenas es el equivocado. Creo en la no violencia como el único camino razonable; las vías de hecho son, por definición, grandes supresoras de derechos fundamentales. El Cauca y Nariño padecen hoy la omisión de los derechos a la libre movilidad, los derechos de lo