De nacionalismos y otros demonios
El fallo de La Haya no ha estado alejado de una fuerte dosis de nacionalismo de ambas partes. Por un lado, Nicaragua reivindicó sus pretensiones históricas sobre una mayor porción del Caribe, lo que ha hecho a este Estado un vecino pendenciero e indeseable. Siempre se invocó un instinto patriotero que llevó a distintos gobiernos a alinear a su nación en un desconocimiento sistemático del derecho internacional. Normalmente los países despiertan el espíritu nacionalista en momentos en que se enfrentan litigios o se tiene pretensiones territoriales. El amor por la Nación llevó a Francia a deshacerse de la invasión de los nazis, pero llevó a los nazis a cometer crímenes que aún la Humanidad lamenta. Y en estos momentos Colombia enfrenta una disyuntiva en el que el nacionalismo emerge como el fondo de la escena: una pequeña minoría sin percatarse de lo ridículo de sus intereses pide que San Andrés sea una república independiente, o hay quienes piden que se desacate el fallo sin adentrarse