La prosperidad que no es.
Hace algunos días, James Robinson, el reputado académico de Harvard, experto en temas de Colombia y autor del exitoso libro ¿Por qué fracasan los países?, hizo un análisis de un pequeño poblado del Pacífico, signo elocuente del abandono histórico del Estado colombiano en las regiones periféricas. Un poderoso contraste cuando se enfrenta con las publicaciones internacionales que destacan el buen momento macroeconómico de nuestro país: el mejoramiento de la calificación de la deuda, ante una perspectiva positiva de la economía colombiana, supone uno de esas buenas señales de su estabilidad. El PIB crece por encima de la media latinoamericana y de las economías más desarrolladas y apenas por debajo de Panamá y Bolivia, el nivel general de precios es bajo y estable, la demanda interna se ha constituido en la locomotora del crecimiento -lo cual supone una clase media en auge y un mercado laboral en mejores condiciones-, la pobreza se reduce y la desigualdad parece ceder. Sin embargo