Conmoción en la Tumba de Keynes

Ayer la Senadora Piedad Córdoba concedió una entrevista a una de las cadenas radiales más importantes del país y salvo la sorpresa de su tono conciliador, sus ideas no sorprendieron en lo absoluto. La senadora más radical del país, es blanco o negro pero nunca hay intermedios, mostró un tono definitivamente pacífico incluso para incriminar al Gobierno actual de muchas de las más grandes desgracias que Colombia ha debido enfrentar en toda su Historia, pero que se asemejan más a males crónicos que a situaciones salidas del sombrero por la inoperancia supuesta del gobernante más popular en los últimos 50 ó 60 años. Quiero contestar a la senadora Córdoba en tres bloques:



1. Hizo mucho enfasis en la "postración social, política y económica en la que se encuentra Colombia; Colombia, en mi concepto, está en recesión y las medidas del presidente Uribe son lentas y no responden con eficiencia a la magnitud de la crisis." Vamos paso por paso y construimos una respuesta sólida. La postración social del país no es nueva, es más, lejos de lo que el ala opositora al gobierno espera, con una bajísima noción académica y una altísima dósis de oportunismo político, es un mal que acompaña a Colombia desde sus inicios como república, ¿alguien acaso recuerda un capítulo de prósperidad en nuestra Historia patria?, si nos remontamos, durante la colonia española la única prosperidad existente correspondía a los españoles y sus descendientes, pero aquellos de segunda y tercera categoría , llámese indígenas, criollos en infortunio y rebeldes patriotas, vivían en un estado de pobreza lamentable; durante el siglo XIX vivió nueve guerras civiles, una de las cuales obligó incluso al gobierno de Tomás Cipriano a decretar por primera vez el curso forzoso de una moneda nacional. El siglo XX inicia con la tristemente célebre Guerra de los Mil Días, la separación de la rica Panamá, la muerte de Rafael Uribe Uribe y los actos previos a la Gran Guerra, que quiérase o no fue fundamental en cuanto a la formulación de un nuevo esquema geopolítico en el cual Colombia y América Latina no figuraban. A mediados del siglo es asesinado Jorge Eliecer Gaitán, producto de una inicialmente implícita confrontación política, que desemboca en uno de los periodos más trágicos de nuestra Hisotoria: La Violencia, que cegaría a 300 mil ciudadanos en una de las masacres civiles más deplorables de la Humanidad, más o menos una guerra civil nunca declarada. En términos económicos, Senadora, ¿comprende usted cuáles son los costos sociales de la Violencia, de la inestabilidad política y de la baja calidad de las instituciones colombianas durante su Historia, manifestada en una serie de incidentes que aún hoy nos recuerdan su presencia con las dificultades sociales, políticas e incluso económicas que nos persiguen?, creo, Senadora, que no. La guerrilla y los paramilitares surgen hace más de 20 y 30 años, el narcotráfico empieza a impregnar a nuestra sociedad a comienzos de los años 1980, la corrupción galopa desde tiempos inmemoriables, la mezcla narcotráfico-subversión-organizaciones criminales pronto se vuelve en la maquinaria de guerra más poderosa jamás vista y usted insiste en incriminar a un hombre de cientos de páginas escritas con sangre y odio. Sin duda que desconocer que los avances de hoy resulta mezquino, cuando la subversión y los males asociados a ella se encuentran en su punto más deprimido en toda la Historia, cuando las condiciones de vida de la sociedad lejos de ser las ideales, son significativamente mejores que las que nos legaron los gobernantes de partidos que hoy se rasgan sus vestiduras ante las acciones de un presidente, que como muchos ha cometido errores, pero como pocos ha mostrado resultados. No se trata de un debate ideológico, se trata de reconocer que la Colombia de hoy es diferente a la de ayer y deberá la de mañana ser aún mejor. Pero parece, Senadora, que los movimientos políticos de oposición esperan el fracaso de un país para sentir el íntimo orgullo de festejar una razón aún si ésta cuesta la desgracia de todo un pueblo.



2. Manifiesta la Senadora que la vía militar para resolver el conflicto es una errada posición de la derecha. Nuevamente causa controversia que una política de talante beligerante llame a la solución pacífica del conflicto aún cuando se parte del supuesto que si es por la vía de la negociación, hace falta una parte para poder hacer un juego cooperativo medianamente productivo. Cuando se reclama los derechos políticos, civiles y económicos consagrados en la Constitución, suele olvidarse que en uno de sus artículos se proclama a la paz como un derecho que el Estado está en obligación de defender. ¿Qué ha hecho el gobierno, cabeza del Estado, con la Política de Seguridad Democrática?, sencillamente cumplir un mandato, aplicando un ceteris paribus que evita que pongamos de forma interesada en el debate el asunto de los denominados falsos positivos y las aún controversiales violaciones a los Derechos Humanos cometidos por el Estado colombiano a través de sus agentes. De 1999 a 2002, la guerrilla de las FARC tuvo a su disposición todos los medios y mecanismos para iniciar su proceso de reinserción a la sociedad más sin embargo tres años no fueron suficientes, su acción bélica mutó en terrorismo asociado al narcotráfico y parece ahora más el modus operandi de una banda criminal defensora de un rentable negocio que una organización revolucionaria con fines políticos. Crimen sería volver a la pasividad del Estado frente a estos grupos.



3. Llama la senadora a la crisis financiera actual como el fin del capitalismo y el inicio de una nueva etapa donde la alternativa es el socialismo, o al menos ella sugiere que no hay que tenerle temor a ese proceso que considera inevitable. Cuando se analiza lo que ella denomina socialismo alternativo al modelo neoliberal al que ella como muchos progresistas consideran culpable de la crisis económica actual, hace referencia a un esquema donde la acción del Estado busca reactivar la demanda agregada revirtiendo los efectos negativos de los ciclos depresivos de la economía y sus efectos distributivos nocivos y la fuerza que éstos ejercen sobre la inversión privada, política sustentada en el gasto fiscal expansivo en infraestructura y asistencia social, creación de incentivos para acceso al crédito y transferencia de recursos del Gobierno a los más afectados por la disminución del empleo. Sin duda que quien lee estos aspectos teóricos superfluamente mencionados puede decir con facilidad que difiere del modelo socialista en que el Estado no es quien invierte solamente, es además quien ejerce los derechos de propiedad sobre todos los factores de la economía y desplaza de forma total y definitiva la inversión privada, confusión ocasionada por la Senadora y que sin duda debe tener a John Keynes conmocionado en su tumba, posiblemente preguntándole a Franklin Roosevelt de qué habla la simpática política colombiana. Pueda Keynes perdonar y tener piedad de Piedad, por haber cometido el inocente error de confundir el keynesianismo con el socialismo.

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