El coloso se cae

Si bien el PIB de Venezuela es ligeramente superior al colombiano, es dificil desconocer, incluso para el más desprevenido observador, que la riqueza del subsuelo venezolano es perfectamente una de las mayores del mundo y sus inmensos yacimientos petrolíferos así lo demuestran. Lejos de toda consideración técnica el presidente Hugo Chávez sabía que sólo su delirante proyecto político tendría respaldo si se sustentaba en un grueso capital, curiosamente el objetivo de sus ataques. Sin embargo a Chávez le está pasando lo del pobre campesino que puso todos los huevos del mes en una misma canasta que al siguiente día sufrió particular accidente. Sí, hace un año, cuando los tambores de guerra en América del Sur se hacían más fuertes y el Gobierno de Colombia enfrentaba como nunca en un país de la región la posibilidad de una confrontación armada con tres naciones simultáneamente, el tono pendenciero de Chávez parecía tener relación directa con los altos precios del barril de petróleo en los mercados internacionales. Una relación directa y lineal: a mayor precio del barril más duro el tono y más acentuada la megalomanía del simpático coronel venezolano. Claro, el Estado creció y absorbió todo cuanto pudo y se configuró en un gigante que a más de un economista conservador parecería aberrante, creó programas de asistencia social, se armó y adquirió consciencias en el vecindario. Pero craso error cometió el presidente y sin duda una muestra de la incompetencia del equipo económico de Miraflores. Todo buen economista, incluso hasta los más mediocres, sabe que la eficiencia económica se ocupa de la producción de riqueza, no de su transferencia. Aquellas inversiones que se hace para transferir riqueza y no para producirla, son socialmente ineficientes; pero parece que Chávez ignoró este aspecto y creyó que tenía todo para expander su revolución y consolidar su imperio. Es notable su tono menos bélico o al menos más calmado, pues en términos prácticos tiene la mitad del poder económico de hace un año. El actual régimen venezolano construye su tumba por su torpeza en el manejo de la economía. La ya endémica inflación tiene como ingrediente adicional el manejo desparpajádo del comercio y de sus relaciones de intercambio con sus vecinos, algo que no tardó en copiar el presidente de Ecuador. Para ambos países no fue muy dificil imponer barreras a los productos colombianos que antes ingresaban a precios competitivos a estos dos mercados. El imponer salvaguardas o simplemente sustituir importaciones colombianas por argentinas toca de frente y sin anestesia el bolsillo de los consumidores. Otra torpeza de un gobierno: para los venezolanos y los ecuatorianos adquirir productos colombianos era muy atractivo por sus bajos costos. Traer productos de Argentina, a 3000 kilómetros de Caracas, implica por derecha costos de transporte que asume luego el consumidor. Pero supongamos que Chávez asume los costos de transporte, los carga al fisco y no al ingreso de los consumidores, ¿qué puede suceder?, el costo de oportunidad sería un costo social altísimo que pronto mandaría al suelo a un coloso ya herido por la torpeza de sus actos. Si Chávez quiere perdurar tendrá que pensar menos en Sukhoi y más en el bolsillo de sus compatriotas. El amor de un pueblo por su líder tiende a disminuir y a tener una relación inversa con un bolsillo maltrecho.

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