Vecinos invasores
Así podríamos citar el estado de Colombia frente a sus vecinos, donde todos se involucran en sus asuntos internos pero ninguno es capaz de aceptar la viga evidente que atormenta sus propios ojos. Colombia firmó un convenio de cooperación militar que le permite a las actuales fuerzas estadounidenses, menos de un millar, estar en bases de las fuerzas colombianas en el territorio nacional como parte de la lucha contra el narcotráfico y las agrupaciones armadas ilegales que aún circundan los nudos rurales del país. Un convenio inocente cuya mayor inversión es un acondicionamiento de la base aérea de Palanquero, en Puerto Salgar, para permitir el alojamiento de efectivos de la Fuerza Aérea americana y de ese modo también permitir que los aviones de plataforma tengan abastecimiento y seguridad. Hasta allí el trato entre los gobiernos de Uribe y Obama es inocente, no compromete en lo absoluto la presencia de equipos de combate de última generación y no justifica la paranoia de Chávez y sus aliados. Como lo decía algún analista: Si a los Estados Unidos les bastó veinte días para acabar con la poderosa fuerza militar de Sadam Hussein y su posterior derrocamiento teniendo que movilizar casi 100 mil hombres desde América hasta el Oriente Medio, casi 7 mil millas, y un impresionante equipo bélico, ¿cuánto debe contabilizarse para que eventualmente Venezuela sea invadida, derrotada y su gobierno depuesto?, realmente poco, muy poco, si se considera las escasas 2 mil millas que hay entre la Florida y la peninsula de Paraguaná, en el Estado Falcón y que a pesar de los 4 mil millones de dólares invertidos en armamento dificilmente los treinta y seis aviones de combate venezolanos podrían hacer frente a una jauría de 100 aeronaves estadounidenses dotadas de las últimas tecnologías de navegación y tiro. Pero más allá del escenario bélico suena mucho es la doble moral denotada en la reunión del Consejo de Defensa sudamericano de los delegados de los gobiernos de la línea prosocialista de la región, encabezados por Venezuela. Condenar y encerrar a Colombia para que presente un documento aún pendiente de ratificación de ambos gobiernos sobre un acuerdo militar de cooperación que evidentemente es incómodo para un enemigo declarado de Washington mientras Brasil, cuyo canciller en mala hora perdió su ecuanimidad, firma contratos de cooperación militar con Francia sin que ello revista hasta ahora la menor inquietud de los gobiernos de la región, excepto Perú y Colombia, y Venezuela va de compras por Rusia y varios países cuyas industrias militares no gozan de la mejor reputación (no en vano guerrilla o grupo terrorista maneja, distribuye y adquiere arsenal fabricado en esas naciones), no es la mejor estrategia, al contrario, es detestable. Una reunión que ha debido declarar aceptadas las garantías ofrecidas por el Gobierno colombiano terminó ahondando las diferencias entre este gobierno y el resto de la región: nuevamente la Unasur dejó ver su sesgo ideológico y su incapacidad latente de convertirse en fuerza integradora, más allá de cualquier división política.
Si Colombia es repudiada por firmar un acuerdo militar con los Estados Unidos, justificado por la existencia aún de grupos armados ilegales, carteles emergentes del narcotráfico y una seguridad mucho más consolidada pero aún frágil, debería repudiarse que Venezuela invierta casi 5 mil millones de dólares en sofisticados materiales de guerra para una amenaza de guerra inexistente, ¿para qué se arma el señor Chávez?, parece que nuevamente el gabinete económico y de asuntos exteriores de Miraflores estuviese compuesto por ineptos que no recuerdan que cada día de guerra a los Estados Unidos les cuesta casi mil millones de dólares, así que con sólo cinco días de operaciones habría superado la cifra invertida por los bolivarianos. Grave, muy grave, en vez de declararse enemigo de Washington podría llevar una relación cordial, al estilo de Chile y Brasil, con la Casa Blanca y podría dormir más tranquilo. Sin embargo aún siendo el peor enemigo del gobierno estadounidense resulta insulzo pensar en una amenaza latente, ¿quién es el mayor comprador de petróleo venezolano?, sin tener que disparar una bala la mayor parte del crudo producido en Venezuela va al país del norte. ¿Contra quién se arma América Latina?, ¿es coherente que mientras en Europa muchos sudamericanos claman igualdad y gritan contra el maltrato y la discriminación racial, en nuestro continente estemos hablando de una Sudamerica sólo para sudamericanos?, realmente la doble moral en esta región del mundo está a la orden del día. Dijo Homero alguna vez "odioso para mí, como las puertas de Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra".
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