Algo sobre revaluación

Krugman postula en su Internacionalismo moderno que la competitividad es esa palabra que exita a los sabios modernos de la economía internacional que sugieren que es la capacidad de competir en los mercados globalizados de los países la fuente de empleo y desarrollo. Noción errada, sugiere el profesor Krugman, dado que ese sentido de la competitividad se está confundiendo con el de la productividad interna de los factores de producción, por cualquier orígen de ineficiencia que subsista, en donde reside la mayoría de las perturbaciones que elevan las tasas de paro y proscriben el desarrollo económico. Más vale emplear el término competitividad para las empresas, que son finalmente las que compiten verdaderamente en los mercados globalizados.
Por ello cobra relevancia el análisis de la organización industrial colombiana en términos de la tasa de cambio, que algunos expertos cuantifican define el 80% de la función de producción de las empresas nacionales, especialmente aquellas cuya visión es exportar bienes y servicios. Surge entonces la gran pregunta, ¿por qué la tasa de cambio afecta a un gran número de empresas colombianas, si no la mayoría, y por qué países como los Tigres asiáticos continúan exportando a pesar de las variaciones en la relación de cambio?; en principio la respuesta parece ser difusa, la respuesta lógica es la sensibilidad de estas empresas que formulan todas sus estrategias de ventas y mercadeo con base en una expectativa respecto a la fluctuación de la tasa de cambio. Como puede observarse en varios análisis, la tendencia revaluacionista del peso colombiano sugiere que ya no es un fenómeno extraordinario sino un proceso de ajuste natural que experimenta la economía colombiana y que, al parecer advierten algunos, corresponde a la nueva realidad: el Peso colombiano se fortalece en relación con un dólar que, aún siendo la divisa internacional por excelencia, pierde su valor. Es decir, no estamos frente a un proceso temporal sino frente a una nueva realidad de coyuntura económica simple y que, pareciere, configura una nueva tasa de cambio por debajo de las expectativas tradicionales de empresarios, inversionistas y analistas colombianos. Así, esa variable exógena que es el tipo de cambio en las funciones de producción de las empresas se convierte es, increíblemente, en una determinante del perdurar de muchas en el mercado. Apostarle a una tasa de cambio es sencillamente apuntarle a un blanco móvil que dificilmente puede decirse tendrá un comportamiento homogéneo, si bien es revaluacionista, es poco probable que alguien le atine pertinentemente a un valor exacto que permita a las empresas planear. Pero más allá de la necesidad de una intervención del Banco de la República o un incentivo del Gobierno, el problema es aún más profundo y parece está en las estructuras mismas de la organización de la producción en nuestro país. Aún cuando el Banco de la República intervenga el mercado, a un costo en Reservas internacionales elevado en algunos casos e inconveniente en otros, o con incentivos por parte del Gobierno (fiscales) o promoviendo los contratos de cobertura, el problema no se resuelve y lo único que hace es aminorar síntomas no obstante no se corrige el problema profundo.
¿Por qué no es competitiva una empresa colombiana?, simplemente porque esa competitividad artificial de la que gozan algunas (claro, hay empresas colombianas muy eficientes) está en función de una variable exógena de improbable manejo para los empresarios, e incluso para el Estado, que es el tipo de cambio. El hecho que una moneda local se aprecie frente a la más importante divisa extranjera puede sugerir muchas cosas de fondo más allá del vano hecho de ganar valor y beneficiar a importadores y perjudicar a los exportadores,y es una coyuntura financiera y macroeconómica del orden internacional que afecta los flujos de capitales e inversión, los términos de intercambio e incluso la existencia de cambios políticos trascendentales que transmiten incentivos a los agentes y perturba a los mercados. En un contexto tan complejo como el actual donde convergen no sólo transformaciones de índole económica sino política y social en la gran mayoría de los países del mundo,es pretencioso y casi rídiculo pensar que en Colombia vamos a sostener a la tasa de cambio en un frente de estabilidad para nuestras empresas y nuestras transacciones con el entorno internacional. Es el problema de muchas firmas colombianas una estructura de costos ineficiente que determina, por consecuencia, una organización productiva que las rezaga en relación con sus competidoras, tal como es la baja tecnología empleada y por consiguiente la baja innovación tanto en proceso como en producto, la baja cualificación de la mano de obra y las políticas gubernamentales que históricamente han incitado a un cierto desdén a la hora de organizar a la producción. Muchas economías sustentan su éxito en la industria de punta y en la existencia de estructuras competitivas fuertes (manejo eficiente de la información que precipita decisiones acertadas, manejo de los costos vía introducción de nuevas tecnologías, alta cualificación de su fuerza laboral) mientras en Colombia no podemos decir, aún, que sustentemos nuestro desempeño económico al menos en la industria, no somos una sociedad industrializada aún. Así nuestras empresas más débiles impactan dolorosamente a las estructuras sociales del país por cuenta de su precaria organización productiva que las hace ser competitivas en tiempos de dólar fuerte. De ese modo el empleo de muchos seguirá siendo dependiente muchas veces de las decisiones del consejo de Gobierno de la FED y no de la capacidad de los empresarios colombianos para mantenerse y perdurar en un contexto de globalización. ¿O alguien cree que el puesto de un investigador de la Airbus o Boeing depende de la tasa de cambio en que se negocian los aviones?, realmente es dificil, incluso para un agricultor estadounidense, creerlo y vivirlo. La tendencia revaluacionista debe abrir un nuevo telón de fondo para la política económica de los nuevos gobiernos venideros, y por qué no del actual: intervenir a la organización industrial colombiana en aras de hacerla eficiente y capaz de competir más allá de una tasa de cambio. No existe en el mundo empresa que no sienta vulnerada su competitividad con una tasa inconveniente, pero sí hay empresas que a pesar de esa adversidad se mantienen y es hacia allá que debemos marchar.

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