Panorama de 2010
Por otro lado, más al sur, el giro a la derecha de la democracia chilena, en medio de los éxitos pero también el estancamiento demostrado por la Concertación de centro izquierda que ha ostentado la presidencia del país más competitivo del continente, sugiere que los cambios son inherentes a las sociedades organizadas en el mecanismo democrático. Que Sebastián Piñera sea elegido presidente de la República chilena representa una modificación sustancial de las expectativas de los electores en aspectos diversos, pero fundamentalmente en la economía. Si Piñera es elegido presidente de Chile a mediados del mes de enero, el continente verá con aún más atención los procesos democráticos como la manifestación más pura de la decisión colectiva, que en este caso puede ser una señal del desgaste de los modelos denominados progresistas, que si en Chile son apenas perceptibles, es posible pensar que en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina la fatiga popular de políticas que en el periodo que llevan vigentes han mostrado discretos resultados o, incluso, han generado efectos adversos e indeseados, durante este año o los siguientes de la década caigan por el inconformismo general. El nuevo año y los sucesivos periodos permitirán corroborar si tiene o no validez pensar en el desgaste de los modelos inspirados en el Socialismo y la preferencia de los consumidores de los mercados políticos por modelos que privilegien la producción que la distribución.
En el mundo desarrollado, con impactos en el mundo de las economías emergentes, el nuevo año trae expectativas grandes. En los Estados Unidos el gobierno demócrata de Obama enfrenta su primera gran prueba: las elecciones para renovar el Congreso en el cual los Republicanos, vapuleados por la crisis pero que esperan capitalizar a su favor los errores de los Demócratas, esperan retomar mayorías para allanar el camino a la Casa Blanca en 2013. La reforma del sistema de salud, criticado por los conservaduristas por sus altos costos fiscales, la guerra en Irak, en Afganistán, la tensión con Irán, Venezuela y buena parte del bloque asiático, la recuperación económica traducida en la disminución de inventarios de las empresas, el incremento de la demanda y las tasas de ocupación y el repliegue del Gobierno federal del manejo de la economía tendrán un impacto directo en la credibilidad del presidente estadounidense y serán el objetivo de las embestidas republicanas que desde ahora se avisoran en la competición política por el Congreso. En Europa, estrenando un arreglo llamado Tratado de Lisboa, se presenta al mundo unas instituciones políticas más fuertes y cohesionadas, si bien España asume la presidencia rotativa del Consejo, la existencia de un presidente con nombre propio y una encargada de política exterior para el bloque común europeo plantea un cambio sustancial en la aún difusa jurisdicción común europea; a través de los nombramientos de estos personajes se pretende que esta década la Unión Europea tenga un peso geopolítico importante que permita mantener la multilateralidad y evitar la polarización entre bloques con estrecho intereses comunes. Sin embargo casos específicos como la Francia conservadora de Sarkozy sugieren que el camino no se vislumbra sencillo, por una parte la lenta recuperación económica francesa supone un presagio de lo que implica para el resto de economías que conforman el mayor mercado del planeta recuperar su dinámica productiva, como lo demuestra el Reino Unido, España y Alemania, siendo el caso español el más preocupante; por una parte las tasas de paro con tendencia a aumentar, aunque en el mejor de los casos tienden a mantenerse sin modificaciones importantes, a pesar de los miles de millones de euros que el Gobierno francés ha desembolsado para reactivar la industria e incentivar a la demanda, para Sarkozy el panorama es difícil: su proyecto bandera de gravar las emisiones de carbono fue declarado inexequible por el Tribunal constitucional, el empleo no reacciona, el crecimiento es discreto, las reformas llevadas a cabo en la educación básica ha planteado una polémica sin precedentes en la nación francesa y el recientemente planteado debate de la Identidad Nacional por parte del ministro de este área, Eric Besson, supuso la polarización de un país que en 2010 irá a las urnas para las elecciones regionales. Si Sarkozy quiere mantener su capacidad de gobierno, en un país con régimen semipresidencialista, y no ser un jefe de estado con funciones más simbólicas que prácticas y salvar al UMP de la derrota en las legislativas y en las presidenciales, convendrá que 2010 represente para Francia, y por transitividad para el resto de la Unión Europea, un año de reactivación económica profunda, que se vea materializado en la capacidad de generar empleo, recuperar el poder de compra y movilice esfuerzos hacia la recomposición de la economía.
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