Ya vas tejiendo la red


Como el bolero, parece que Chávez día a día teje la red de lo que es sin duda una estructura despótica, autocrática e ideológica que viene definiendo los destinos de Venezuela. Por una parte el pretendido interés del presidente venezolano de abolir el sistema capitalista y culparlo de todas las desgracias sociales del coloso petrolero. No obstante los vicios políticos y los fallos de gobierno se mantuvieron y, no es arriesgado decirlo, se profundizaron en la década que lleva el régimen bolivariano. Cada día la democracia venezolana se deteriora más y las conductas del jefe de Estado y de Gobierno se asemejan a las de un dictador. No en vano el Gobierno controla todos los poderes del Estado, hasta la defensoría del Pueblo, y aquellos cuerpos políticos y judiciales que deberían mantener el equilibrio han dado un giro en una proporción similar al del Ejecutivo. Pero la última conducta que confirma los aires autoritarios del líder venezolano es haber encontrado en Colombia el pretexto adecuado para desviar la atención de los horrores que su administración ha impactado en la economía, en el bienestar social y en el ejercicio de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos.

La captura de varios colombianos acusados de espionaje se asemeja a las retaliaciones que en su momento emprendió contra los inmigrantes hindúes y pakistaníes el dictador ugandés Idi Amín, acusándolos de ser foco de desestabilización del pueblo de Uganda; un caso más reconocido es el hecho que Hitler ganó en cierta medida el fervor del pueblo alemán posicionando a los judíos, a los comunistas y a quienes catalogó de peligrosamente diferentes como enemigos del Lebensraum, el espacio vital que promovían los nazis, de los alemanes y para los alemanes. En la historia no pocos dictadores han construido el fervor popular, especialmente en tiempos de crisis, exaltando los ánimos contra una amenaza extranjera que casi siempre responde al delirio y a la imaginación del líder. No es un secreto que si alguna nación se constituye en foco de desestabilización es Venezuela, por lo menos con respecto a Colombia, y no a la inversa, como lo propone el pueril mandatario revolucionario.

Pero es que Chávez tiene suficientes motivos para crear nubes de humo, que llaman los analistas políticos, en torno a su gobierno y así disipar la atención que peligrosamente se cierne sobre sus discretos resultados en el Gobierno. Por una parte una bonanza de 900 mil millones de dólares en los últimos diez años, los mismos de su mandato, parece haberse perdido y diluido en gastos ineficientes, bonanza que nunca fue a parar en una creación de capital que, por ejemplo, habría evitado la crisis energética que paradójicamente afecta a un país productor por excelencia de recursos energéticos. Pero por otro lado el desmonte de un sistema de libertades económicas en nombre de una economía centralizada y socializada, materializada en expropiaciones y en poner al Estado no sólo como regulador sino como productor y re distribuidor, ha traído consigo resultados que afectan directamente a los ciudadanos: una inflación causada por la escasez de bienes de primera necesidad como resultado de una cadena de incentivos que proscribió la dinámica privada, ahuyentó a la inversión y proscribió la productividad. Claramente hoy Chávez debe juzgar como culpable de la falta de éxitos tangibles de sus transformaciones políticas y sociales al sistema económico, el mismo que trae crisis temporales pero que en términos generales ha traído prosperidad a no pocos países. Pareciera entonces que el problema del sistema económico es su relación con un sistema político, algo que Chávez no entiende.

El sistema económico liberal funciona en un sistema de libertades políticas, civiles, ideológicas y económicos, con un Estado fuerte, capaz de defender la propiedad privada y las reglas de juego que regulen al mercado pero que no lo sustituyan. Evidentemente un sistema político que consagra lo contrario o que tradicionalmente ha privilegiado el clientelismo, la corrupción y la ineficiencia burocrática y que con el actual gobierno venezolano se han profundizado difícilmente alcanzará un nivel de bienestar suficiente y habrá caminos para considerar que es la forma en que se organizan las transacciones la culpable de los fenómenos adversos como la pobreza. Pero Chavez va tejiendo la red, aquella que garantiza su omnisciencia y su capacidad de controlar todo el Estado en dirección a sus preferencias, aquellas que erróneamente han sido dibujadas como las del pueblo. Típico de una dictadura.

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