Por la razón o la fuerza
Hay ciertas convenciones sociales que no se explican, tal vez por estar tan ocultas e implícitas en el imaginario mismo de la sociedad que, sin necesidad de estar escritas como ley, funcionan como tal. La muerte de uno de los más sanguinarios y crueles líderes guerrilleros en Colombia, luego de una soberbia operación militar sin muchos antecedentes en América Latina, representa quizás con claridad esa convención social no acordada a la que me refiero. En un país en el que la pena capital no está concebida en su ordenamiento jurídico, la muerte es el castigo que la sociedad hastiada de los delincuentes como el "Mono Jojoy" exige. No es ley, no es un principio jurídico válido, no obstante la muerte se encuentra como parte de una convención no formal que avala que un infractor sistemático y trasgresor de la ley y del Estado de Derecho pueda ser castigado de esa manera por la autoridad estatal como la alternativa para corregir a aquellos incorregibles. La muerte de este criminal