Más que democracia
Algo que difícilmente puede ignorarse es la profunda relación que guardan la estabilidad política y el desempeño económico favorable de las naciones. La estabilidad política, provista por instituciones políticas sólidas, permite que los beneficios del crecimiento y la actividad económicas lleguen a todos los sectores sociales, para lo cual se requiere como principio fundamental que la sociedad se adhiera a los principios del Estado de Derecho, so pena que las asignaciones presenten perturbaciones.
Un caso llamativo aunque desconocido es el de Bélgica. Un país rico, desarrollado, corazón de la próspera aunque emproblemada Unión Europea y que completa 200 días sin un gobierno elegido y con divisiones políticas de orígenes étnicos más parecidas a mezquindades propias de los políticos que a la puja entre partidos para imponer un proyecto de gobierno nacional. Mientras los francófonos belgas utilizan su capital para mantener unido al incipiente reino, los flamencos, de habla neerlandesa, se inventan toda clase de artilugios populistas para dividir, que usualmente gozan de gran aceptación entre las bases populares, muy perceptivas a esta clase de expresiones. Tal división entre valones y flamencos llevó a la existencia de un gobierno provisional, encargado por el mismo rey, que goza de facultades limitadas, siendo incapaz legalmente de legislar en materia socio-económica ni de promover medidas de ajuste fiscal, en un país con un déficit 25 mil millones de euros.
Y una muestra que los desequilibrios políticos pueden ser caminos seguros a mayores desequilibrios en los mercados está en la advertencia de la Standard and Poor's de rebajar la calificación de la deuda belga. Si el Gobierno provisional no puede tomar medidas económicas, será necesario que en un término corto se adopte a un Gobierno elegido capaz de adoptar tales medidas, antes que los mercados reaccionen y tomen retaliaciones severas, al mejor estilo griego o irlandés, entonces: ¿qué pasa si persiste la división política y la incertidumbre sobre el Gobierno?
La respuesta es simple. La deuda belga perderá confianza, los inversionistas correrán pavorosos a deshacerse de sus títulos soberanos, los capitales buscarán salir de Bélgica, el Gobierno tendrá dificultades fiscales severas que buscará corregir con recortes a los beneficios sociales que da el fisco a sus ciudadanos con los resultados previsibles: insurrecciones de las centrales obreras, huelgas y demás medidas de hecho que pondrán al país en el peor de los mundos. Pero, ¿es posible que la estabilidad política ayude a la estabilidad económica?, para la respuesta un caso bastante cercano: los bonos de deuda colombianos presentan las mayores rentabilidades entre los mercados emergentes, producto de la perspectiva de los mercados sobre la inminencia de la calificación del Grado de inversión a Colombia, y ante la percepción de estabilidad política que se proyectó con el cambio de Gobierno en 2010.
El asunto de la estabilidad política es más que un asunto de respeto a la democracia. En un concepto de economías liberalizadas, ¿por qué instituir un gobierno?, porque las pasiones de los hombres no se ajustan a los dictados de la razón y la justicia sin una fuerza coercitiva, en palabras de Hamilton. Pero dicha fuerza coercitiva debe estar desprovista de esas mismas pasiones que busca ajustar al orden.
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