¡A que te cojo ratón!

¿A qué le teme más el criminal? ¿al castigo o a ser capturado?, así como el ratón y el gato, el delincuente le teme a algo. Originalmente, la economía ha abordado con mayor precisión el estudio de la conducta de los criminales en la medida en que se ha definido que su conducta delictiva obedece a unos incentivos. Más aún, el criminal encuentra un muy rentable negocio cuando el beneficio supera el costo de incurrir en el crimen, en gran parte determinado por la cuantía del castigo. Bien sea una multa o un tiempo en prisión, esta última variable capturada por el costo de oportunidad de ser capturado -y dejar de percibir una renta-, el delincuente pondera esta información y ordena su utilidad. La conclusión de la teoría económica tradicional predice que el delincuente obrará siempre que el beneficio del hecho delictivo supere el costo de incurrir en él.

No obstante descubrimientos más recientes, como el del Nobel Becker, señalan que el delincuente le teme más a ser capturado que al castigo mismo. El incentivo que determina la propensión de un individuo a incurrir en un hecho delictivo se define cuando el beneficio de este acto punible es mayor que la probabilidad de ser capturado o aprehendido. Dicho de otro modo: si el delincuente encuentra muy severa una pena, analizará la capacidad de la autoridad de hacerlo llevar ante las cortes judiciales y someterlo a la ley; si su percepción y su cómputo arroja que la probabilidad de ser arrestado es baja, el delito será igualmente cometido sin considerar si la pena que lo castiga es severa.

Desde hace un par de semanas la ciudad de Cali, una de las más violentas de Colombia, ha tenido una reacción de la policía como hace mucho tiempo no sucedía. Controles viales, patrullajes aéreos, policías en lugares públicos y en zonas donde usualmente no hacen presencia han llevado a una caída pronunciada de los homicidios, los hurtos y los hechos que comúnmente han impactado a la capital vallecaucana. No hubo modificaciones en las penas pero sí un mayor despliegue de las autoridades encargadas de poner frente a las cortes a los criminales. De hecho, no hay evidencia que la comisión de crímenes sea una función inversa de las modificaciones de las penas, pero sí existe teóricamente la idea que la comisión de crímenes es una función inversa de la capacidad de la autoridad de aprehender a los infractores de la ley. De manera que en Colombia, como en buena parte de los países donde el crimen tiene mayor impacto en la sociedad, los esfuerzos de los gobiernos no deben enfocarse en una reforma de la ley exclusivamente enfocada al aumento de las penas sin realizar los esfuerzos necesarios para garantizar que la autoridad la hará cumplir. El abono sin el agua no hará que la planta crezca.

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