Culpa sistémica
Si un hogar gasta más de lo que recibe como ingreso está en una mala situación. Si el jefe del hogar oculta y tergiversa la información y hace creer que todo está bien en Zión cuando sabe que sucede todo lo contrario, la situación definitivamente es grave. No hay país en el mundo que no se endeude, ni mucho menos empresas, familias o individuos que no lo hagan. Lo preocupante es cuando el endeudamiento excede la capacidad de pago, lo cual constituye un problema económico, pero más preocupante resulta ocultar o poner en riesgo todo el sistema económico y empresarial de un país por negligencia, porque ahí la situación se asemeja a un problema ético. Keynes decía que si te debo una libra, es mi problema, pero si te debo un millón es el tuyo. Ya el problema de la deuda europea y estadounidense o las dificultades del sistema productivo internacional es ahora un problema global, no es un asunto exclusivo de los implicadas de primer orden si bien en ellas reside por supuesto la responsabilidad.
En días anteriores ha habido pronunciamientos en relación con el carácter ético y moral de crisis como la griega. De hecho el detonante de la caída de las economías de los países desarrollados está en buena parte sustentado en el desagradable comportamiento oportunista de los ejecutivos del sector financiero, que desestimaron los riesgos a su conveniencia; de la negligencia de los reguladores, que a pesar de estimar con buena aproximación los riesgos permitieron que se hicieran jugadas sucias y non sanctas que hoy día afectan con notoriedad al sector real; a la hipocresía de las calificadoras de riesgo que hoy se lavan las manos con una rebaja en la calificación de los títulos de deuda de los países a los que antes ignoraron a pesar de saber que no hacían bien la tarea desde el principio. Añadiría que en las escuelas de economía y de administración reside buena parte de la culpa de las desgracias que hoy golpean a la economía mundial: impusieron la ética del máximo beneficio sobre la ética de la prudencia, el buen gobierno y la verdad.
Mintieron los economistas que no pusieron una señal de alerta en la formulación de sus modelos sobre el riesgo que se cernía sobre el endeudamiento español, griego, italiano y de buena parte de los países desarrollados; los ejecutivos vieron la oportunidad de apostarle a jugadas indebidas que acrecentaron sus beneficios de corto plazo e ignoraron deliberadamente la acumulación de riesgo de largo plazo, que hoy pasa su cuenta de cobro con altísimos intereses. Fallaron los gobiernos y las organizaciones multilaterales, que pecaron por acción y omisión, como en Grecia e Italia donde una burocracia viciada y permeada de corrupción acentuó la crisis o en España, donde no se detuvo la especulación ni se fortaleció otros sectores productivos claves.
Al problema ético y moral se le suma el problema ideológico. No siendo suficiente las altas tasas de paro y la pérdida progresiva de bienestar de los consumidores, en los Estados Unidos la discusión es un mano a mano entre Republicanos y Demócratas, más pensando en las campañas electorales venideras. Se requiere más deuda, pero el juego político impide que ningún bando dé su brazo a torcer, a pesar que las necesidades son cada día más agobiantes. El sector privado aún no logra generar empleos ni sustentar su actividad de forma autosuficiente: el Estado no puede retirarse de la economía nacional, pero los deficit hawks piensan más en la deuda de corto plazo que en la deuda de largo plazo. En el largo plazo un gasto público estructurado, así sea fundamentado en deuda, logra corregir perturbaciones, crear capital y aumentar los activos de las empresas, el recaudo de impuestos del gobierno y los ingresos de las familias, a través de obras públicas, subsidios y transferencias.
Colombia tiene un buen aprendizaje. Esta crisis del sistema económico mundial, más profunda en países del mundo desarrollado, demuestra que en el núcleo de estas perturbaciones reside la corrupción, el oportunismo y la negligencia. Una economía no sucumbe por fuerzas invisibles del mercado: Italia se hunde gracias a una larga tradición de corrupción, mafias, negligencia y mala administración de los recursos; Grecia está al pie del abismo de la bancarrota gracias a un gobierno que jamás creyó que poner la mugre debajo del tapete iba a ser la causa de su desgracia. Las sociedades son sistemas que involucran más que el intercambio de bienes y servicios, de tal forma que las culpas pertenecen a la totalidad de quienes conforman los sistemas.
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