Dudas capitalistas
A propósito del artículo publicado hoy en El Espectador, me tomo la libertad de hacer parte con el mismo cuestionario:
1- Entre las distintas teorías económicas, paradigmas y modelos, ¿cuál se acerca más a su posición ideológica?, ¿por qué?
3- ¿Está de acuerdo con que los estados implementen impuestos a las transacciones financieras?
4- ¿Cuál es el modelo económico colombiano actual? ¿El Estado colombiano sí interviene eficientemente en la economía?
5- Teniendo en cuenta todos los paradigmas y modelos, ¿cuál cree que sería el modelo económico que más se adapte a las necesidades del país?
Respuestas:
1. Franklin Delando Roosevelt decía que mientras unos piden explícitamente a las leyes económicas, otros están sirviendo como esclavos: la pobreza es como pagar un crimen que no hemos cometido y sin embargo en el horizonte un sistema económico por sí solo no es pro-pobres o contra los pobres. El mejor sistema económico es aquel que logra internalizar los procesos de deliberación política y compensar saludablemente los procesos de elección social y privada. Porque no debemos olvidar que las leyes económicas no son leyes naturales. Están hechas por seres humanos. Creo profundamente que la teoría económica que más se acerca a mi ideología es aquella que no renuncia a la iniciativa privada y que no ignora el proceso político, error craso del positivismo neoclásico; la mejor teoría económica es aquella que en su ejecución es generadora por excelencia de la riqueza e impulsora del progreso, en algunos países con más éxito que en otros, éxito explicado por esta relación simbiótica entre política, empresa y producción. Pero, ante todo, creo que el Estado merece un lugar en la actividad económica: los países más avanzados han diseñado un sector público mucho más eficiente que los países menos brillantes en materia de desarrollo y que no riñe con la libre empresa. Siendo así, me sintonizo con las tésis keynesianas como recetario político y en el institucionalismo como recetario teórico.
2. Todos los sistemas económicos han tenido crisis. Cuando el socialismo sucumbió en la antigua Unión Soviética, todos los países satélites cayeron de la misma forma. A diferencia de ese proceso de finales del siglo XX, con la caída de la economía europea y estadounidense (aclarando que es una crisis profunda pero no un proceso definitivo), los países emergentes sustentados en un modelo de libre empresa, como Brasil, Chile, China, India y la misma Colombia han mantenido su senda de crecimiento. No niego que hay fallos en el mercado, concernientes más a los fallos del capitalismo, y que tenemos los fallos del Estado, concernientes al sistema de mando centralizado de la economía, pero recordemos al presidente Roosevelt y sabremos que las interacciones humanas no son perfectas. No olvidemos tampoco que nuestros sistemas económicos son mixtos y, quizás, quienes requieren una fuerte reingeniería son los Estados y los gobiernos, no los mercados. Porque crisis y bonanzas seguirán llegando, la crisis es inherente a todo proceso social.
3. Los flujos de capitales especulativos son perversos para las economías chicas. Los capitales golondrinas son como las drogas: hacen sentir mejor al consumidor de lo que realmente está, hasta luego convertirse en su propia condena. Hacen daño pero les seguimos dando la bienvenida. Los impuestos a las transacciones financieras son antídotos: se toman unas pocas veces y cuando son necesarios. No son deseables, pero quizás sean parte de una política de corrección de los mercados de valores que no deben tomar más tiempo en adoptarse. La regulación va más allá de simples impuestos. Con agencias de control débiles, cualquier política de corrección de los fallos de mercado pueden gestar fallos de Estado.
4. Es un híbrido. La Constitución de 1991 concibió un Estado liberal con cargas muy similares a las de un Estado de Europa occidental. En el papel, el modelo económico colombiano sería un modelo capaz de promover la iniciativa privada, cerrar las brechas entre las clases sociales, procurar el acceso universal a la salud y la educación y reducir la pobreza, basado en su carácter de promotor de los derechos civiles, políticos, humanos y económicos de la población. Libertad y desarrollo, en un sentido muy Sen. Pero la realidad es otra: el sistema económico falla porque el sistema político está cargado de vicios, un sistema político con tan profundos traumas no puede menos que transmitir unos incentivos perversos a la sociedad misma. Fijémonos en un ejemplo claro y contundente: las obras civiles, beneficiosas para nuestra economía, se han visto desvirtuadas por procesos de corrupción política y adminitrativa. Obras de gran valor económico como la Calle 26 o la autopista entre Bogotá y Girardot, por ahorrar tiempo en los desplazamientos (medido en consumo de combustible, puede ser), valorización de predios, fomentar decisiones de localización de firmas, entre otros efectos, hoy son monumentos a la corrupción y sus sobre costos están alterando ese espíritu inicial de la obra. Y no fue por culpa de la economía, es mera responsabilidad de la política y la administración pública y privada.
4. Quisiera ver un modelo muy a la chilena. Crecimiento económico, promoción social y un estado amoldado a las necesidades del país. Con fallos y serios fallos, pero que palidecen ante las taras del modelo colombiano.
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