Los perros rabiosos
Es común que el amo pueda pegarle a su mascota las veces que considere justo, ¿pero qué ocurre cuando la mascota, un poco cansada de la situación, decide morder a su dueño?, normalmente es el fin de la mascota. Entre Santos y Uribe muchos dibujaron esa relación: el hoy expresidente es un amo y señor de su fiel mascota, el hoy Presidente de la República. Pero ocurrió que un buen día la mascota, hastiada del trato de su amo, decidió morder su mano. El amo, cargado de rencor, no le perdonó su rebeldía y no dudó en sacarlo de su camino. Creo que sólo para los uribistas más consumados es una sorpresa que Santos no es mascota ni Uribe es amo. Y es que lo que ha estallado como una de las peleas políticas más importantes de la década que discurre tiene en el eje central precisamente una viudez de poder que el expresidente Uribe no ha sabido llevar con dignidad. Equivocado él y el ingenuo electorado que han creído que alguien que obtiene la mayoría suficiente para gobernar sin escollos en el Congreso va a hacerlo con agenda prestada. Definitivamente Uribe no tiene argumentos ni políticos ni ideológicos para ser el mayor opositor del actual Gobierno, conformado en buena parte por funcionarios que sirvieron en el anterior periodo presidencial.
Me tomé la molestia de buscar información que resuma los éxitos de la gestión de Álvaro Uribe. A continuación se confrontan con la gestión que adelanta el Presidente Juan Manuel Santos, para descubrir que entre ambas las diferencias son pocas:
1. Debilitamiento de las guerrillas: el Gobierno de Uribe puso freno al avance de los grupos armados ilegales, con una estrategia de seguridad que movilizó recursos humanos, técnicos y financieros contra la insurgencia y el terrorismo y que marcó un punto de inflexión en el conflicto. La guerra entre ejércitos similares pronto perdió el equilibrio y las guerrillas se atomizaron, optaron por actuar en pequeñas células y vieron reducidas sus filas a una tercera parte de lo que había en 2002. ¿Qué ocurre bajo el Gobierno de Santos?, un panorama similar, si se considera que ha sido bajo este gobierno que se ha logrado dar de baja a los principales cabecilllas. Es claro que Santos recibe un panorama diferente en el conflicto armado: ya no enfrenta a ejércitos irregulares sino a pequeños comandos más difíciles de controlar y detectar. No obstante, es difícil creer que las FARC han recuperado su terreno perdido desde 2002 por una razón simple: las cosas cambiaron.
2. Desmonte de los grupos paramilitares: en la teoría, el paramilitarismo lo desmontó Uribe. Algunos reductos mutaron a bandas narcotraficantes confesas, con el interés de controlar regiones completas donde el tráficos de drogas se concentra. Si Uribe mandó a los Estados Unidos a 14 de los más importantes líderes de las extintas AUC, hoy Santos ha decapitado a todas las bandas criminales. Es lo coherente que se esperaría: si mandos medios tomaron el lugar de los altos mandos que cayeron en el anterior Gobierno, es apenas predecible que fueran perseguidos con severidad por las fuerzas de seguridad del Estado. Posiblemente lo mismo que hubiera hecho Uribe.
3. Cambios en el sistema político. La reforma política de 2003, que cambió el ajedrez político en Colombia, redujo la cantidad de partidos y movimientos políticos, construyó la ley de bancadas, fortaleció el mecanismo de elección del Congreso con el voto preferente y las listas únicas, el control del transfuguismo, el financiamiento y fortalecimiento de partidos, entre otros, ha continuado. El hecho que Uribe haya podido ahora crear un movimiento de oposición a Santos, que el Polo gobierne en Bogotá y que la izquierda en general tenga más oportunidades, demuestra que el actual Gobierno ha abanderado bien las reformas de la administración anterior. El pluralismo, aunque no es perfecto en Colombia, aparece como algo más común en esta democracia.
4. Incentivos para la actividad privada y el turismo: Uribe creó una serie de dádivas a los empresarios que pronto motivaron al incremento de la inversión, del crecimiento de la producción y de la creación de empresas. En 2002, Colombia era una cenicienta en el continente que no daba muchas expectativas al emprendamiento. Durante el Gobierno de Uribe se crearon 150 mil empresas nuevas, la inversión se multiplicó casi cinco veces y el turismo empezó a ocupar su espacio privilegiado en la actividad económica. No se entiende el interés del expresidente cuando se refiere a un descuido en estos aspectos, si se tiene en cuenta que la inversión ha logrado cifras records, la inflación es baja, el turismo continúa, el desempleo se mantiene en el límite del 10%. En 2011 el turismo creció un 7,3%, se mantiene su tendencia positiva. Dicho de paso, en 2011 Colombia recuperó su grado de inversión, sus bonos tienen la reputación que los gobiernos europeos envidiarían tener y aunque las turbulencias financieras internacionales golpean a todo el mundo, la economía colombiana conserva su buena salud.
5. Crecimiento en el recaudo tributario: si Uribe lo triplicó, bajo la Administración de Santos en 2012 se incrementó en un 18% el recaudo de impuestos, de los 69 billones de pesos a los 81,1 billones. En 2010, recién empezando su periodo presidencial, la reforma tributaria redujo los beneficios tributarios a las empresas y adoptó medidas contra la evasión. Si bien Santos retiró un mainstream del uribismo puro, como lo es las gabelas tributarias al capital, no supuso un ataque frontal a los empresarios, que mantienen una relación estrecha con el Presidente y su Gobierno. Nada de lo que Uribe debiera lamentarse: recaudo en impuestos elevado, empresas creciendo, un sistema tributario simplificado y más eficiente.
6. Fortalecimiento de las Fuerzas Armadas: ¿alguien duda que Santos, al impulsar el fuero militar, no tiene en mente que las fuerzas de seguridad del Estado son parte del eje central de la política del gobierno?, Uribe hablaba que los militares sentirán una moral muy baja ante el riesgo de ser juzgados, ¿ahora qué puede decir si el fuero militar les da la certeza que la justicia tendrá una jurisdicción propia para ellos?
7. Reducción de la tasa de homicidios: Uribe redujo a poco más de la mitad los homicidios en Colombia. En 2002 habían en el país 28.837 muertes violentas frente a las 15.817 en 2010. Santos continúa con esto: en 2012 se registra la menor cantidad de homicidios en casi tres décadas, con poco menos de 14.000, frente a las 14.746 de 2011. La tendencia en reducción de las muertes violentas en Colombia se mantiene. No tiene sentido pensar que hoy los colombianos están realmente más expuestos que bajo el Gobierno de Uribe, cuando las cifras denotan que el comportamiento se mantiene desde 2002 sin cambios.
8. Política energética: Uribe le apostó a la modernización de la gestión energética, momento desde el cual la minería empezó a ocupar cada vez más relevancia. Bajo su Gobierno, Colombia logró llegar a ser una potencia en producción de carbón y ha venido incrementando notablemente la producción de petróleo. Fue precisamente en 2012 que, bajo el Gobierno de Santos, se consolidó esta exitosa gestión del periodo presidencial pasado, con una producción minera sin precedentes: un ejemplo de ellos es que por primera vez el país superó el millón de barriles producidos.
9. Lucha contra la pobreza y participación popular: desde principios de la década pasada, la incidencia de la pobreza ha tenido una tendencia a la reducción. Del casi 49% de la población que vivían en situación de pobreza, las cifras indican que el proceso se mantiene y hoy la estadística propone un 34% de los colombianos padeciendo los rigores de la escasez. Si bien en este punto es probable que existan discusiones pendientes por hacerse, es claro que el Gobierno de Santos ha dado continuidad a programas como Familias en Acción, la Red Unidos (Juntos en la época de Uribe), sumado a esfuerzos en vivienda que continúan mostrando una tendencia positiva, al menos en las estadísticas.
Ahora bien, el gran error de Uribe es creer que Santos iba a gobernar sin marcar diferencias y desperdiciar así un capital político. Si el electorado votó por Santos pensando en la continuidad de Uribe, es claro que tomó una decisión acertada. Si Santos era la mejor opción, eso ya es otro cuento. En mi concepto, lo está haciendo bien. Pero, por ejemplo, Uribe prometió mano dura con el terrorismo y negoció su desmovilización e insistió en acercamientos con la guerrilla. Pero Santos ahora lo hace con algo de éxito y es condenado. Lo que se percibe es un expresidente irascible e incapaz de asimilar que su protagonismo se ve menguado por razones obvias. En esencia, Santos cumple bien su tarea de garantizar la continuidad, si ese fue el mandato popular. El resto, no es más que una pelea de perros rabiosos. Así uno crea que es amo.
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