Emcali
Luego de 13 años, las Empresas Municipales de Cali vuelven a ser administradas y gestionadas por el municipio. Poco parecido el panorama de hoy con el que se veía en el año 2000, cuando las empresas públicas de la capital vallecaucana fueron tomadas por el Gobierno Nacional, ¿recordamos el panorama?, quizás muchos eramos bastante jóvenes para saber lo que ocurría en aquel momento. Una empresa cooptada por la corrupción y el clientelismo, cazadores de rentas insaciables que la desangraron e hicieron inviable. Los malos manejos la tenían endeudada, lo cual no era lo más grave, sino incapaz de honrar sus compromisos financieros. Los caleños estaban muy cerca de quedarse sin proveedores de electricidad, ante la incapacidad de la empresa prestadora del servicio de pagar el precio del insumo. Sí, Emcali era un monumento a la corrupción y a la extracción descontrolada de rentas.
La devolución al Municipio el próximo 3 de julio implica en primer lugar evaluar los resultados de una intervención de más de una década. Ciertamente, no se está frente a unas empresas municipales totalmente renovadas y modernizadas; incluso aún los mismos riesgos del pasado están merodeando pero la diferencia la marcará la forma en que el Gobierno municipal los asuma y minimice. La liquidación y la quiebra es un fantasma, aunque ciertamente como empresa aún Emcali dista de ser ejemplar. A los caleños se les pretendió presentar este asunto como una cuestión de honor: devolverle el patrimonio de la ciudad a sus ciudadanos fue muchas veces un eje de campañas políticas y de las reivindicaciones sindicales. En el fondo, los culpables del descalabro de la mayor empresa pública del Departamento estaban predicando su mea culpa o quizás sabían que en manos del Gobierno Nacional el acceso a los recursos de la empresa se dificultaba. Indudablemente la lógica económica que debe primar en este asunto no es si Emcali debe ser pública o no, o si debe ser gestionada en el orden local o al nivel nacional, lo que debe ser fundamental es la capacidad de la empresa de brindar el mejor servicio posible al menor costo posible. Y eso, sin excepción, depende de la capacidad de gestión administrativa, financiera y estratégica de la dirección de la compañía.
La empresa hoy arrastra costos muy altos que la hacen poco competitiva y eso finalmente se ve reflejado en el precio que paga y el servicio que recibe el consumidor final del servicio. No existe duda que una empresa capaz de involucrar una ética de buen gobierno corporativo, cualificación del personal e inclusión de tecnología en sus procesos de producción y prestación de servicios tiene mejores resultados que una empresa entregada a la cacería de rentas. Y es que la realidad va siendo también otra: hace 13 años el único prestador de servicios de telefonía, por ejemplo, era Emcali. A la luz de las cifras del mercado, en los últimos años la pérdida de usuarios de los servicios de la división de telecomunicaciones son sensibles y están migrando a empresas privadas que prestan un mejor servicio a un costo menor y que han entrado recientemente al mercado de la ciudad. Aún es la única prestadora de los servicios de acueducto y alcantarillado, así como de energía, por lo tanto el éxito de la Empresa no se situará en los incentivos de competir en un mercado sino en la capacidad del Gobierno municipal de modernizarla y hacerla lo suficiente capaz de prestar un servicio en el terreno de la eficiencia: que los recursos disponibles se destinen a los fines más valiosos. Esto no es otra cosa que la capacidad de los usuarios de acceder a un servicio público al precio más bajo posible, con la mayor calidad posible y todo producto de una gestión empresarial pertinente y transparente.
De inmediato, la dirección de Emcali deberá ser ostentada por un equipo ejecutivo de alto nivel y no por una ficha política; uno de los grandes aciertos de la década pasada fue la reforma de Ecopetrol, que mejoró los salarios de sus ejecutivos y de su personal, permitió el ingreso a la Junta Directiva de personas de gran experiencia, conocimiento y reputación y hoy los resultados saltan a la vista. En definitiva, Emcali será valiosa si es valorada por los consumidores favorablemente por el servicio que presta. De lo contrario, es preferible un patrimonio foráneo que garantice la mejor opción para los usuarios de la capital del Valle.
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