Preferencias y toma de decisiones

El panorama es así: Juan Manuel Santos tiene la mitad de la opinión pública en contra, la mayoría de todos modos no quisiera su reelección pero podría ocurrir con una alta probabilidad que será reelegido presidente de la República. El político más popular de Colombia, Álvaro Uribe, probablemente logre una adecuada representación de su movimiento en el Congreso pero no así en la Presidencia. La mayoría de los bogotanos quisiera a Petro fuera de la alcaldía pero existe la posibilidad que la revocatoria se haga aguas al no alcanzar los mínimos de votación necesarios. Aquí en Cali, hace seis meses la mayoría de la opinión pública rechazaba la gestión de Rodrigo Guerrero, pero en los últimos meses su cuota de aceptación se ha trepado de forma impresionante y el optimismo parece haber retornado, ¿cómo se entiende esta conducta de los electores?

La teoría económica predice que los consumidores, poseedores de toda información necesaria para tomar adecuadas decisiones de consumo, serán de preferencias estables y no contradictorias. Muchos se quedarán discutiendo si las preferencias del individuo son realmente transitivas, completas o si se cumple el principio de la no contradicción. Lo que en el fondo reside es la incapacidad del individuo de adquirir un lote de información suficiente para tomar decisiones que reflejen el planteamiento teórico de los economistas. Hace pocos días se publicó una encuesta en el que el 62% de los encuestados sugirió que el Gobierno no ha cumplido las promesas de campaña. En el fondo uno se preguntaría si todos los encuestados tienen claro cuáles fueron las promesas del Gobierno en la campaña de 2010, como si tienen claro cuáles fueron las propuestas del Gobierno anterior. En política, el ciudadano se guía por percepciones, no por información disponible.

Colombia hoy afronta una fuerte polarización. Ni el presidente ni ningún personaje influyente en Colombia está en capacidad de dirigir las preferencias mayoritarias del electorado hacia un programa de Gobierno. De otro modo, ¿cómo se explica que mientras Uribe fue presidente los bogotanos eligieron a tres mandatarios de la izquierda?; en el detalle del asunto, reside una capacidad del individuo de tomar decisiones basado en impresiones. El panorama electoral de 2014 promete ser más incierto que el de 2010. El protagonista será el deseo de los colombianos que Juan Manuel Santos no se reelija pero que, con respecto a los otros candidatos, Santos tenga muchas más opciones abiertas para permanecer un segundo periodo en la presidencia. Son pocos los colombianos que ante la promesa incumplida del congreso unicameral, de la eliminación del servicio militar obligatorio y de la terminación del conflicto le han pasado la cuenta de cobro a Uribe.

¿Qué quieren los colombianos?, es bastante difícil establecerlo con total certeza. Quieren la paz, pero no tienen claro cómo. Están dispuestos a reconciliarse, pero les enerva la posibilidad de aplicar justicia transicional en el marco del proceso de paz. Perciben que el país está peor que hace cuatro años, aunque sus limitadas informaciones les impide con algún grado de pertinencia saber en qué y cómo va peor, a pesar que las cifras de este y el pasado Gobierno no distan demasiado. En últimas, es probable que reelijan a Juan Manuel Santos, a pesar que preferirían a Uribe. Esa es la opinión pública, un monstruo que domina todos los temas pero que, en la mayoría de las ocasiones, no sabe de ninguno.

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