Elecciones aburridas y decisivas
Muchos podrían pensar que con la cercanía de las elecciones presidenciales en Colombia las ideas, las propuestas, los programas de gobierno deberían estar claros en la consciencia de los electores. Sin embargo, 25 días antes de la cita electoral, es llamativo que en el horizonte se presenta un debate aburrido, carente de ideas de fondo y basado en ideas preconcebidas más formales. Paz sin impunidad, mermelada, paz total, unidad nacional, acusaciones de un lado y de otro, son las palabras claves de una campaña electoral que a la fecha dista de poner sobre la mesa temas esenciales y sensibles para la sociedad colombiana, ¿alguien ha oído una propuesta sobre una política pública para la reducción del desempleo juvenil, por ejemplo?
En un debate en una clase de Economía del Desarrollo, se pidió a los estudiantes hacer un análisis de las propuestas de los candidatos y así plantear diferencias y similitudes entre sus programas. La conclusión fue, por así decirlo, desoladora: en realidad, no hay aún propuestas específicas -remítanse a las páginas Web de los candidatos y verificarán eso- y las que hay no indican diferencias sustanciales entre los candidatos. Por ejemplo, la candidata de la izquierda, Clara López, no duda en plantear la necesidad de replantear los acuerdos comerciales suscritos con Colombia, algo que desde el punto de vista de la política exterior no deja de ser un maremagnum de buenas intenciones. Peñalosa, una incógnita ideológica, abiertamente aborda el tema comercial indicando que su eventual gobierno no firmaría más tratados de liberalización comercial, algo que Santos en su momento planteó también. Ya hasta la extrema derecha ha hecho eco de este tipo de mensaje. Si en 1998 los colombianos eligieron presidente pensando en la paz negociada, en 2002 los colombianos eligieron presidente pensando en la paz a través del ejercicio de la fuerza pública, lo mismo en 2006, idéntico en 2010 y llegamos a un 2014 con la misma noción: acabar el conflicto. Y a pesar que las cosas han cambiado y que hoy el escenario de la violencia tiene su núcleo en mafias localizadas y cazadoras de rentas, el diálogo de paz con las Farc concentra buena parte de los ánimos. Y ahí vienen las semejanzas de nuevo: Peñalosa no duda en afirmar que continuaría en idénticas condiciones con la negociación de La Habana, Santos centra su campaña en la paz, la izquierda defiende el diálogo como única salida al conflicto, el uribismo advierte de los peligros de una negociación con impunidad -sin descartar el diálogo del todo- y los conservadores repiten sin cesar los principios que salen del Centro Democrático.
Nadie duda que un acuerdo de paz con las Farc sería una señal de estabilidad y progreso. Los mercados internacionales no dudarían en tomar como positivo un eventual acuerdo de paz con la mayor agrupación armada ilegal del país y sería un hito político histórico en Colombia. Sin embargo, es evidente que hoy la capacidad de estos diálogos de pacificar al país es insuficiente. El crimen localizado en las ciudades -fleteo, robo de móviles, extorsiones. microtráfico- depende de grupos minúsculos, atomizados y en que lo absoluto dependen del acuerdo de paz de La Habana. En ese sentido, una política criminal que responda con eficacia a los retos de seguridad brilla por su ausencia entre los candidatos. Así como este ejemplo, continúa siendo una incógnita cuáles son los programas concretos en materia de desarrollo, de fortalecimiento de los sectores productivos, de ciencia y tecnología y educación, por citar algunos. El aspirante a la reelección tiene un gran ventaja en torno a ello, en la medida en que sus propuestas están basadas en su propio plan de desarrollo y en la capacidad de asumir los costos de capturar información de los electores que le permita acoger sus preferencias e incorporarlas en sus propuestas. No obstante, en una contienda en el que el presidente no cuenta con una ventaja irreversible, se esperaría mucho más de los candidatos que le compiten. Y a 25 días de la elección esto no ocurre y, de hecho, estamos frente a una de las elecciones más aburridas y a su vez decisivas de la historia.
Comentarios