Los contrastes de la prosperidad en Cali
Cali
está asentada en una de las regiones más prósperas de Colombia, a escasas dos
horas del Océano Pacífico, un paso obligado entre el sur y el centro del país y
con una gran abundancia de factores productivos, especialmente trabajo y
tierras, estas últimas aprovechadas por una fuerte actividad agroindustrial.
Históricamente la ciudad de Cali ha sido asociada con prosperidad: la caña de
azúcar y la industria permitieron que una apacible ciudad de menos de 100 mil
habitantes a inicios del siglo XX, duplicara su población en los últimos 40
años del siglo pasado hasta llegar a ser una conurbación de poco más de dos millones y medio de habitantes.
Mientras
Bogotá y Medellín, por ejemplo, desde sus orígenes fueron concebidas como
centros económicos y políticos del país, Cali fue fundada para ser apenas un punto
de paso entre el centro del país – entonces una colonia española – y la ciudad
de Popayán, la ciudad más importante en el trayecto entre Quito y Santa fe de
Bogotá. Era difícil pensar que Cali pronto vendría a ser la tercera ciudad por
población de la moderna Colombia y el principal centro urbano del suroccidente
colombiano. A comienzos del siglo XX, Cali y el Valle del Cauca tenían una
estructura económica particular: basada en la gran hacienda, con empleo de
peonería y algunos rasgos feudales, herencia de la colonia, en contraste con la
Sabana de Bogotá y Antioquia, donde los minifundios solían ser la regla. Sin
embargo la búsqueda de una salida al Pacífico cambió definitivamente el lento
crecimiento y desarrollo de Cali, que no tuvo sobresaltos significativos
durante el siglo XIX y mucho menos durante los siglos anteriores. La
construcción del ferrocarril del Pacífico y la construcción de la carretera a
Buenaventura hicieron de la ciudad un punto de paso obligado para el tránsito de
mercancías que entraban y salían del país. La ubicación de Cali permitió que
algunas industrias optaran por decidir su localización en la que desde 1910 es
la capital del Valle del Cauca. El café del norte del Valle y la caña de azúcar
en el centro y sur del departamento impulsaron la consolidación de la ciudad
como un puerto seco. En definitiva: la transformación de una región agrícola
poco productiva a una más tecnificada y avanzada estuvo determinada por la
consolidación del sector azucarero.
A
lo largo de la historia, Cali se ha nutrido de población inmigrante que ha
llegado procedente de regiones adyacentes como Cauca y Nariño, atraídos por la
pujanza de la actividad industrial, el comercio y la agricultura avanzada.
Desde 1960 y hasta finales del siglo XX, la consolidación de la región como
polo industrial indujo a un acelerado proceso de urbanización, lo que crea
simultáneamente efectos económicos esenciales para la generación de empleo y el
aprovechamiento de los encadenamientos productivos. De
modo que de una región agrícola con rasgos coloniales, se pasó a una ciudad que
poco a poco se industrializó y que se volvió un importante centro de
transporte, donde confluía la línea del ferrocarril, la carretera a
Buenaventura y la navegación fluvial por el río Cauca. Y esto se vería traducido
en un aumento de la población, especialmente impulsado por la inmigración:
mientras el porcentaje de inmigración para Bogotá y Medellín fue en promedio
del 59%, el de Cali fue del 71,1%, lo que quiere decir que durante la mitad del
siglo XX, 7 de cada 10 trabajadores de Cali eran inmigrantes provenientes de
otras regiones.
Tras
un siglo XX donde tuvo un desarrollo acelerado, Cali llegó al siglo XXI
desolada por el auge del narcotráfico, en una encrucijada por la embestida de
los grupos armados ilegales y con un incremento sustancial del desempleo. Una
mezcla de desazón y de incertidumbre económica determinó en buena medida la
primera década del siglo. El siglo XXI fue recibido con la tasa de crecimiento
del PIB más baja de la historia, situación que se extiende hasta bien entrada
la década de 2000, cuando la tendencia se asemeja por primera vez a la que
existía con anterioridad de la crisis económica de 1999, en la que la economía
colombiana creció en su conjunto en un -4%. Como era de esperarse, el aumento
del desempleo, la pobreza, la migración y el fraccionamiento social – se
profundizan las diferencias entre ricos y pobres – hacen aún más compleja la
situación.
Sin
embargo en 2014 el desarrollo económico muestra su mejor cara para Cali luego
de los años convulsionados de la década pasada, que rezagó significativamente a
la ciudad, sin que ello implique que se ha llegado a un punto óptimo. Para el
observador desprevenido, llegar al Aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla
Aragón supone el primer contacto con una región con rasgos de modernidad
elocuentes: la autopista que conecta a este centro de transporte con la ciudad y
la presencia del sistema de transporte masivo dan la percepción de estar en una
ciudad moderna y económicamente próspera. La existencia de nuevas
multinacionales, especialmente en el sector de los servicios y el comercio, así
como la llegada de importantes cadenas hoteleras como Marriott, son el resultado
de una consolidación de la ciudad como un importante polo de desarrollo y de
atracción de inversiones. La agroindustria, la construcción y la ubicación
geográfica, nuevamente, juegan un papel esencial en este auge inversionista.
En
la última década, Cali ha transitado una senda indiscutible hacia el
desarrollo: más de 150 millones de dólares al año están llegando a la región,
lo que señala el interés de firmas internacionales de aprovechar las ventajas
que ofrece la ciudad; un gran impulso de las obras civiles, que se ha visto
reflejado en grandes obras de infraestructura como puentes, avenidas y vías
para el transporte masivo que han generado un impacto económico indudablemente
positivo; entre otros aspectos que sin duda ponen a la capital del Valle del
Cauca en un lugar de gran interés. A esto se suma la presencia de importantes
universidades y una población universitaria en crecimiento, lo que supone que
la mano de obra de la ciudad poco a poco se cualifica y existen posibilidades
de ampliar el potencial de la región basado en la acumulación de capital
humano.
El crecimiento de la inversión privada, las obras de infraestructura, la existencia de un privilegiado clúster educativo y el mejor clima de negocios no se han traducido necesariamente en una mejora de las condiciones de vida de todos los habitantes de Cali. De hecho el mercado laboral no parece haber respondido positivamente al impulso de las obras públicas y de la inversión privada. En la última década la tendencia del desempleo en la región ha sido creciente y se ubica por encima de la media nacional.
El crecimiento de la inversión privada, las obras de infraestructura, la existencia de un privilegiado clúster educativo y el mejor clima de negocios no se han traducido necesariamente en una mejora de las condiciones de vida de todos los habitantes de Cali. De hecho el mercado laboral no parece haber respondido positivamente al impulso de las obras públicas y de la inversión privada. En la última década la tendencia del desempleo en la región ha sido creciente y se ubica por encima de la media nacional.
¿Por
qué el desempleo no se reduce si hay más empresas y la inversión llega producto
de una mejora en la percepción de los inversionistas internacionales?, la
respuesta reside en la estructura misma del desempleo en la región, que a su
vez presenta una fuerte dependencia con problemas asociados al desplazamiento
forzado en el Pacífico. Entre 2007 y 2013 llegaron a Cali cerca de 115 mil
personas provenientes de los departamentos de Cauca, Nariño, Chocó y del
municipio de Buenaventura, afectados por la pobreza extrema de sus regiones y
las incidencia de la violencia. Es muy difícil que el nivel de desempleo en la
ciudad se reduzca cuando 3 de cada 7 inmigrantes no encuentran un empleo. Este
problema impone otros efectos aún más adversos: compiten por los empleos de baja
cualificación y tienen la ventaja de ser una mano de obra barata. Y en una
ciudad donde la construcción es uno de sus sectores más dinámicos esto resulta
trascendental, en la medida en que es un empleador de mano de obra no
cualificada en su mayoría.
Muy
cercano al tema de la imposibilidad de encontrar un empleo se encuentra la
incidencia de la pobreza y de la desigualdad de ingreso en la ciudad. A pesar
que la pobreza ha venido en franca reducción en la última década – en 2000 el
33,5% de la población vivía por debajo de la línea de la pobreza –, aún hoy
cerca del 21,9% de la población de Cali es pobre. La incidencia de pobreza es
mayor que en Bogotá, Medellín y Bucaramanga, por ejemplo. Las
desigualdades en Cali son grandes y de hecho ha sido un rasgo histórico de su
sociedad, piramidal y excluyente. El coeficiente de Gini, que arroja una escala
que permite determinar el nivel de concentración de la riqueza en una sociedad,
demuestra lo que se ha sostenido: a pesar que se ha venido reduciendo en los
últimos 13 años y que es inferior que el promedio nacional, la concentración de
la riqueza en Cali es de las más altas del país. Las
brechas espaciales por comunas son bastante amplias. Las mayores tasas de
pobreza –donde estas superan el 60% – se ubican en la zona de ladera y en el
oriente de la ciudad, alejadas de los centros productivos y comerciales de la
ciudad, con precaria infraestructura y cobertura de servicios públicos y donde,
además, viven poblaciones ubicadas en grupos raciales catalogados como minoritarios; en materia de acceso a la
educación e inasistencia escolar, estas dos zonas de Cali presentan indicadores
adversos: de acuerdo a cifras suministradas por la Secretaría de Educación de
Cali, los años de educación promedio en la zona de ladera (comuna 18) y el
oriente de la ciudad es de 9,3 años, mientras que en el sur (comuna 22) es de
12 años. En materia de salud el patrón espacial se repite: el 52% de las muertes
de niños menores de 5 años se presentaron en estas dos zonas.
La
raza es una de las variables que más importancia reviste para determinar el
acceso o no de un individuo a oportunidades de empleo, educación o vivienda. Cali
es la ciudad con la mayor población negra del país; se estima que el 30% de su
población total se define como afrocolombiana, mucha de ella proveniente de los
departamentos de Cauca, Nariño y Chocó y de la costa pacífica vallecaucana. Ser
negro o tener una clara pertenencia a un grupo racial indudablemente genera
efectos que condicionan su inclusión en la sociedad. Al analizar los
indicadores de Calidad de Vida por grupos raciales, se encuentra que en Cali
ser afrocolombiano reduce notablemente las posibilidades de desarrollar a
plenitud el potencial y las habilidades del individuo. Estudios empíricos han
demostrado que en Cali la tasa de analfabetismo entre la población
afrocolombiana es del 8,4%, mientras que la población no afrocolombiana
presenta una tasa del 5,3%. Este patrón se repite en la afiliación al sistema
de salud: la población afrocolombiana cuenta con una tasa de cobertura al
sistema de salud del 49,61%, frente al 62,20% de la población que no se
identifica en un grupo racial en específico. En el tema del ingreso la
situación no es muy diferente: cuando dividimos en quintiles los grupos por
ingreso, en el primer quintil –de ingreso más bajo – el grupo más amplio es el
afrocolombiano mientras en el quintil 5 la situación es a la inversa, es decir,
los hogares caracterizados como afrocolombianos tienen una participación
inferior que los grupos no afro. Este fenómeno se repite en la participación en
el mercado laboral, donde los grupos afrocolombianos tienden a tener una tasa
de desempleo significativamente superior a la del resto de grupos raciales.
A
nivel general, no obstante, no deja de ser inquietante que en la Encuesta de
Calidad de Vida efectuada por el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística, el 86,8% de los encuestados a finales de la década pasada
manifestaba que sus ingresos apenas lograban cubrir las necesidades básicas o
incluso no las cubría, lo cual plantea una seria paradoja con una región con
una economía en un ciclo favorable. Esta es una señal que envía un mensaje muy
concreto a los policy makers y a la clase
dirigente regional: los beneficios de la prosperidad no los están viendo todos
los grupos de la población en Cali.
*Este artículo será próximamente publicado para el público alemán.
Comentarios