El precio de la desigualdad: ¿quiénes pagan los costos de la violencia en Cali?

Cali tiene dos características que hacen de su realidad un escenario complejo para la toma de decisiones de política: una elevada desigualdad de ingreso, que en términos del coeficiente de Gini la sitúa en un 0,515, por encima del promedio de las 13 principales áreas metropolitanas, y simultáneamente enfrenta unas tasas de homicidios que la ha ubicado en el séptimo lugar de las ciudades más peligrosas del mundo, que mide el número de muertes violentas por cada 100 mil habitantes y arroja un indicador de 74, que es ligeramente el doble de la media nacional. Se encuentra que las mayores pérdidas por cuenta de la violencia urbana en la ciudad de Cali las enfrentan cuatro comunas, fundamentalmente compuestas por hogares situados en el quintil de ingresos más bajos.

Fuente: Observatorio Social de Cali. Elaboración propia

En el primer semestre de 2013 la ciudad registró uno de los aumentos más notorios de homicidios, del orden del 16%. Las 939 muertes violentas registradas en Cali en ese periodo se distribuyeron en un 95% en las comunas con mayor incidencia de pobreza, específicamente en la comuna 6, 13, 14 y 15. Quizás para entender por qué en los sectores más vulnerables se registraron mayores acciones violentas se requiera otro tipo de hipótesis, pero si se trata de entender cómo incide la violencia en la situación de pobreza de los hogares, la aproximación más acertada es la de Arias e Ibáñez (2014), según la cual las agresiones directas a la población y la violencia, el miedo, la incertidumbre y el carácter imperante de las reglas de las organizaciones armadas suponen presiones fuertes que obligan a los hogares a modificar sus decisiones económicas.

La intuición sugeriría que la violencia, como consecuencia de la desigualdad, debería estar dirigida a los hogares de mayor ingreso; sin embargo, al analizar el registro de acciones homicidas en las comunas de mayor ingreso per cápita (17, 19 y 22), estas solo representan un 5% del total de muertes violentas. Esto corrobora que los homicidios en Cali están concentrados en unos focos de la ciudad y, adicionalmente, su distribución está íntimamente relacionada con la estructura de relaciones funcionales y dinámicas geográficas, económicas y sociales (Ortiz, 2010).

Fuente: Departamento de Planeación Municipal. Elaboración propia. El eje vertical representa el número de homicidios y el eje horizontal el estrato promedio.

El narcotráfico es una empresa criminal que demanda factores de bajo costo, lo cual hace aún más elevadas sus ya impresionantes rentabilidades. El micro tráfico de cannabis, específicamente, encuentra en Cali un escenario de gran importancia para su consolidación: según el Observatorio Social de la Alcaldía de Cali, 3,9% de los habitantes de la ciudad han consumido marihuana en el último año, por encima del promedio del Valle del Cauca y Colombia. El comercio al menudeo de este tipo de bienes supone la construcción de redes de apoyo logístico y seguridad del negocio que suelen emplear a jóvenes con alternativas limitadas, a quienes se les ofrece una oportunidad de ingreso que no encuentran en el mercado laboral formal. A esto sumado que, de acuerdo a las estadísticas construidas, existe una presunta correlación en las comunas entre el limitado acceso a la educación técnica, tecnológica y profesional con la proporción de homicidios cometidos.


En esencia, los efectos de la violencia en la ciudad de Cali se sienten con particular fuerza en las comunas más pobres de la ciudad, lo cual denota una espeluznante característica de la desigualdad en la capital vallecaucana: sumado a que las oportunidades de acceso a la educación superior son en promedio 2,5 veces inferiores en una comuna de menor ingreso per cápita, a la precaria provisión de bienes públicos y la alta incidencia de pobreza, los hogares más pobres de Cali cargan con la mayor proporción de los costos en vidas humanas de la violencia, fundamentalmente asociada al micro tráfico. De acuerdo a Stiglitz (2012), una economía dual es aquella donde dos sociedades coexisten sin reconocerse la una con la otra y Cali parece estarla padeciendo. Se sugiere, entonces, que los altos costos de la violencia los ponen los más pobres, por lo que cualquier política pública de paz debe contemplar herramientas de inclusión y de igualdad de oportunidades. Solo así, quizás, un día llegue una paz estable y duradera. 

Referencias

Arias, María Alejandra, Adriana Camacho, Ana María Ibáñez, Daniel Mejía y Catherine Rodriguez, 2014, Los costos económicos y sociales del conflicto en Colombia, ¿cómo construir un posconflicto sostenible?, Ediciones Uniandes, Universidad de los Andes, Bogotá.

Ortiz Restrepo, Harbey, 2010, La violencia homicida y su concentración espacial en la ciudad de Cali, 1993-2007, Departamento de Geografía, Universidad del Valle, Cali.


Stiglitz, Joseph E., 2012, The Price of inequality: how Today’s divided society endangers our future, W. W. Norton & Company Inc.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El transporte como bien público

Siloé y el mensaje que le queda a Cali

Pobreza, desigualdad y responsabilidad social