Precios en el aire
Sí, hoy un pasaje entre Bogotá y Cali en la única aerolínea de bajo costo del país cuesta 35 euros menos que un viaje entre París y Madrid en una aerolínea similar europea. Considerando que se tratan de un vuelo doméstico de 30 minutos y uno internacional de dos horas, uno esperaría un resultado significativamente diferente. Si lo ponemos en la perspectiva de una aerolínea convencional, el mismo viaje de 30 minutos dentro de Colombia hoy vale 107 euros, frente a los 173 euros del viaje internacional en una línea similar europea en la misma fecha. No es en vano que muchos argumentan que es más barato ir a Miami que tomar un avión a Cartagena y que la ministra de Comercio haya solicitado a las aerolíneas del país bajar sus tarifas; solicitud que, obviamente, este gremio rechazó muy pronto, aduciendo una estructura de costos que lo hace improbable. Y es que el panorama realmente no es muy agradable para el viajero doméstico: las tres principales aerolíneas del país manejan tarifas muy similares -elevadas generalmente-, mientras la única aerolínea de bajo costo tiene una oferta limitada de vuelos. En Colombia, viajar en el primer vuelo de la mañana -el más congestionado- tiene el mismo precio que viajar en un vuelo de medio día. Y si a esto se suma la poca oferta de aerolíneas domésticas, el asunto se hace más complejo.
La teoría económica predice algo que, al menos como generalidades, suele ser cierto: la competencia es mejor que la concentración del poder de mercado. Si bien la tal competencia perfecta no existe -bajo sus supuestos es de difícil consecución-, el hecho de permitir que varias empresas compitan por un mercado de consumidores hace que las firmas tengan incentivos para innovar en proceso y producto, reducir costos, mejorar la calidad y ofrecer más y mejores alternativas a sus clientes. La teoría acertadamente ha demostrado que en estructuras de mercado oligopólico (pocos vendedores), las empresas están en condiciones de conocer muy bien las estrategias de sus competidores, saben los efectos que tendrán sus decisiones y normalmente llegarán a un equilibrio que anula los efectos de la competencia real (de forma implícita o explícita hay siempre un pacto de no agresión entre las empresas). Nadie duda que entre Avianca y LAN hay una competencia por el mercado de los viajeros que valoran los servicios agregados y están dispuestos a pagar por ellos, pero, ¿hay realmente una competencia?, luego de varios días observando el comportamiento de los precios de los pasajes aéreos, cuando Avianca hace un movimiento en sus tarifas, LAN lo hace en el mismo sentido. Pareciera haber un comportamiento de líder y seguidor. El caso se repite con Copa. La respuesta es que los beneficios de la competencia no parecen estar presentes en el mercado aéreo.
En proporción con un país europeo como Francia o España, los precios de los pasajes colombianos son muy elevados. No solo Colombia tiene una infraestructura aeroportuaria muy inferior: la competencia de las aerolíneas es aún más limitada si se considera la inexistencia de trenes de pasajeros y las limitaciones de las carreteras nacionales, que aún hace que el transporte terrestre sea también costoso. Los precios de los pasajes aéreos en los países desarrollados son menos costosos en la medida en que se dispone de una estructura de mercado más competitiva y una infraestructura que incide positivamente en los costos que enfrentan las compañías. Si Colombia aspira a gozar de los privilegios de volar a un precio menor, la política pública de transporte debe privilegiar la multimodalidad y limitar la carga impositiva. De lo contrario ocurrirá lo que hoy presenciamos: el precio del petróleo a nivel internacional un 40% más barato y los precios de los pasajes en Colombia sin ningún tipo de variación. Y aquí hay un margen de maniobra para la autoridad aeronáutica nacional y las empresas aéreas: el combustible representa una tercera parte de los costos de los insumos de la industria aérea, de modo que una reducción del precio del petróleo podría impactar -como es de esperar- en el precio final del pasaje aéreo. Otro factor que encarece la operación aérea en Colombia es el correspondiente a los servicios aeroportuarios: su reducción es una necesidad imperiosa.
Finalmente, el precio elevado de los pasajes aéreos en Colombia es un reflejo de una concentración del mercado en unas pocas empresas, a lo que se suma la alta carga impositiva que enfrenta la operación y los costos asociados a los insumos de las compañías aéreas. Si bien es acertado por parte de la ministra de Comercio solicitar una rebaja en las tarifas de forma permanente, esta solicitud debe venir acompañada de políticas que tengan un efecto duradero y profundo en el mercado aéreo colombiano. Mientras esto no ocurra, las compañías no tendrán incentivos para una competencia real, con los efectos negativos que esto tiene en los consumidores. Y los precios seguirán en el aire.
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