La mediática simpleza

No dudo de la seriedad de Bloomberg, con quien además haré pronto el curso de conocimientos básicos de su plataforma de mercados. Pero, hay que decirlo, su estudio de las denominadas 15 economías más miserables del mundo vincula conceptos que, desde luego, están relacionados pero los une de manera muy somera, lo que se presta a graves imprecisiones. Y me lo hace pensar porque este estudio es ligero, inexacto en la definición de los conceptos y mediáticamente un banquete para los opositores de los gobiernos de los ahora miserables países. Estas inexactitudes pueden inducir a la opinión pública a formarse ideas equivocadas sobre el contexto económico de los países estudiados, veamos por qué:

El indicador de miseria usado por este estudio se construye con la sumatoria de las tasas de inflación y de desempleo de los países. Es decir, población desocupada en términos porcentuales y los puntos que marque la variación del índice de precios al consumidor se agregan y construyen el famoso numerito que, advierten, indica la miseria de una economía. Debe tenerse en cuenta que no se considera en lo absoluto ninguna otra clase de variables en la construcción del indicador y que no se le va a restar relevancia por ello a, por ejemplo, una espiral de precios altos que le quitan poder de compra a los salarios: es un veneno contra la clase trabajadora. En el caso de Colombia, es una enfermedad que quizás no hemos conocido, gracias a una política monetaria muy bien manejada desde el Banco de la República -en 2014 esta apenas fue del 3,66%-; el desempleo tiene una incidencia mayor dentro de la población colombiana y el 9% que marca la aleja del lote de países con bajo desempleo, donde normalmente este indicador no supera el 5%. Este ha sido un cuello de botella de difícil manejo por parte del Gobierno que, a pesar de haber hecho esfuerzos muy notables en el último quinquenio para llevarlo de casi el 12% al 9%, sigue teniendo el desafío de crear entornos para brindar oportunidades de empleo a dos millones de desempleados. Pero de ahí a situar a Colombia como un país miserable es atrevido, más si se le enfrenta con economías que no son mencionadas en el estudio. 

La definición de pobreza y miseria es muy amplia y va desde el simple aspecto monetario hasta la medición multidimensional. La reducción de la pobreza en Colombia es uno de los grandes logros de los primeros 15 años del siglo en curso y este estudio de Bloomberg no solo los ignora sino que abiertamente los controvierte con una metodología que no responde acertadamente al concepto de pobreza y miseria. Basta hacerse unas preguntas simples: si un país cuenta con inflación y desempleo bajos, pero a su vez sus salarios son bajos y la población trabajadora cuenta con serias limitaciones de acceso a bienes públicos, ¿es menos miserable Nicaragua que Italia?, la respuesta es abiertamente no. La pobreza no es un asunto de ausencia de empleos ni de la presencia de precios altos exclusivamente, aunque estas tengan una relación con su aumento. Lo cuestionable de este estudio de Bloomberg es el uso de la expresión miserable y definirla como una confluencia de estas dos variables. 

La miseria suele definirse como la incapacidad de un individuo de acceder a una cesta básica de bienes y servicios. A nivel general, la miseria de un país, por tanto, viene a ser el porcentaje de su población que enfrenta estas dificultades, muchas veces causadas por conflictos internos, catástrofes naturales o políticas económicas extractivas. En ese sentido, conviene tener presentes dos consideraciones: en primer lugar, la miseria de una población puede verse reducida con transferencias monetarias directas y la asistencia social del Estado sin que haya mediado en lo absoluto la generación de empleos ni el índice de precios al consumidor y, en segundo lugar, la generación de empleos no necesariamente viene acompañada de una mayor productividad -puede haber muchos nuevos empleos de bajos salarios y aún menor valor agregado-. El estudio de Bloomberg no miente en el sentido de darle a la inflación y al desemploe un lugar importante en el manejo macroeconómico, pero cae en la trampa de una mediática simpleza. Muy oportuna, eso sí, para los titulares de los noticieros y diarios.

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