¿Quién puso el freno?



La realidad es que la economía colombiana tendrá una desaceleración fuerte en 2015 y sus efectos se sentirán durante los próximos dos años. De un optimista pronóstico de 4,2% de crecimiento del PIB que compartía el Gobierno y varios analistas, este dato se ha ajustado a la baja y se espera que la economía de Colombia crezca en un 3,6%, por encima del promedio de América Latina, pero por debajo de lo que se esperaba no hace muchos meses. Como era de esperarse, los fracasómanos de oficio ya han establecido que la desaceleración económica colombiana responde a unas políticas gubernamentales cuestionables y que transitamos hacia un colapso económico. La verdad sí caminamos hacia un crecimiento mucho menor, que indudablemente afectará las cifras de empleo y las expectativas fiscales del Gobierno Nacional, pero el escenario es menos apocalíptico de lo enunciado y realmente responde a varias condiciones. La gran clave para entender este fenómeno es que la desaceleración se explica por una coyuntura compleja que intentaré enunciar de forma somera. 

El escenario internacional es adverso. El dinamismo de los principales mercados emergentes del mundo se ha reducido: Brasil, motor económico de América Latina, atraviesa una difícil coyuntura, que se suma a la caída en casi cinco puntos de la expansión del PIB chino -del 12% al 7%-, lo que indudablemente ha golpeado el precio de las principales materias primas, como el petróleo, que en su momento vio crecer sus precios en gran medida por el impulso que daba su consumo en épocas de auge. Por el lado de los mercados más avanzados el panorama es más heterogéneo y difícil: a Estados Unidos le va mucho mejor que a Japón y la Unión europea, donde el panorama luce complejo para países como Alemania, locomotora del crecimiento de Europa, muy afectados por la baja demanda de sus principales socios comerciales. Y aunque los Estados Unidos parecen estar en una recuperación sostenida, la devaluación del Euro ha supuesto una serie de obstáculos para las empresas exportadoras estadounidenses, cuyos clientes estrellas son los mercados de alto ingreso como los europeos, lo que acrecienta la incertidumbre. A esto se suma que la OPEP enfrenta divisiones internas fuertes y la decisión de mantener en los niveles actuales la producción petrolera ha empujado al barril de petróleo a precios por debajo de los 50 dólares, un golpe severo para países como Colombia, cuyas cuentas fiscales y balanza comercial dependía en gran manera de ventas de su petróleo a precios cercanos a los 90 dólares. Hay incertidumbre y, por muy buenas políticas macroeconómicas que se implementen, una economía basada en materias primas como la colombiana no iba a salir inmune.

Y aunque el mundo espera la recuperación económica de los Estados Unidos, que la mayor economía del mundo recobre vitalidad tendrá un costo para los mercados emergentes como el nuestro. La explicación es que en su momento muchos capitales salieron de este país en búsqueda de rentabilidades: la Fed, el banco central estadounidense, realizó una compra masiva de activos e inyectó dinero en la economía en cantidades que podrían estimarse en dos veces el PIB colombiano -la tercera economía de América Latina por tamaño-, recursos que, por supuesto, fueron a parar a países como Colombia que ofrecían un escenario propicio para generar elevadas rentabilidades, condiciones internas favorables, estabilidad jurídica y una política amable con la inversión extranjera. Pero la recuperación estadounidense supondrá una nueva realidad: esos capitales que alguna vez salieron, volverán a su país de origen. En el caso de los Estados Unidos, no solo se trata del país de origen de miles de millones de dólares en inversión que hoy se encuentran en mercados emergentes, sino que se trata del destino más seguro para las inversiones. Y en la medida en que las expectativas de los mercados están puestas en un aumento de las tasas de interés del Sistema de la Reserva Federal, la inversión comenzará a hacer planes de regresar al mercado más grande por ingreso per cápita. Y recordemos que la evidencia empírica de muchos economistas ha demostrado una relación positiva entre inversión extranjera y PIB en doble vía: más inversión (input), genera mayor producto (output) y cuando hay mayor producto que se vende, llegará más inversión. Pero cuando la inversión se reduce, el producto también se reducirá y ese es el escenario que en parte hoy vive en Colomba. Es falso, o al menos no hay evidencia, que la inversión salga del país hoy por otros motivos asociados a política interna.

A pesar de un panorama de finanzas públicas debilitadas por la coyuntura y un crecimiento menor del esperado, no es prudente ni cierto hablar de un colapso económico. Colombia experimenta esta situación  dado que viene en un proceso progresivo de concentración de su actividad económica en las materias primas y un descuido sostenido en el tiempo de la industria y los sectores de mayor valor agregado y menor volatilidad. No obstante, existe un buen dinamismo en el mercado financiero -la inversión en portafolio, tales como bonos y acciones- que mantiene un buen ritmo, lo que hace posible pensar que el Gobierno y las empresas pueden acceder a endeudamiento externo a bajo costo. Otro factor que impedirá un colapso económico -que muchos fracasómanos parecen empeñados en demostrar- está en la demanda interna: la construcción seguirá liderando el crecimiento, lo cual parece ser una buena condición, pues son cerca de cincuenta billones de pesos para construcción de obras de infraestructura. En parte por ello es poco probable que la economía colombiana, afectada en sus cuentas con el resto del mundo, tenga un mayor grado de deterioro del actual. La expectativa es que en 2017 esté nuevamente creciendo por encima del 4%.

¿Lecciones de este temporal?, indudablemente la economía colombiana requiere transformarse. El desarrollo de la industria a través de instrumentos de política industrial, que apoye la competitividad de las empresas industriales colombianas, el fortalecimiento de las habilidades de los trabajadores y el aumento de la capacidad instalada de la economía -más capital fijo reflejado en vías e infraestructura de transporte y logística- será una herramienta clave para el futuro. Esto no hará inmune a la economía colombiana, la expondrá a otros problemas, pero la sacará de ese constante péndulo que se ha vuelto el mercado de las materias primas. Por ahora y lo que sí queda claro es que el freno a la economía colombiana este año se puso desde varios frentes. 






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