La llave abierta
Emcali es una llave abierta. A diario, miles de usuarios pagan las facturas de los consumos de servicios suministrados por esta empresa pública, lo que supone un flujo de caja permanente. A pesar de ello, miles de millones de pesos se fugan por las tuberías vetustas, redes eléctricas antiguas y el desgreño administrativo de esta prestadora de servicios públicos. Imagine que usted tiene una capacidad instalada para producir 100 litros de agua potable para su consumo. Sin embargo, a pesar de poderlo hacer, de esa cantidad máxima que produce tan solo vende 45 litros, puesto que el restante se pierde en el proceso de producción por fallas en los equipos de potabilización. Es decir, 55 litros literalmente se riegan y echan a perder, dándole a su negocio la mitad de los ingresos esperados a pesar que si produce esos 100 litros, los vendería en su totalidad. Ahora eleve esa producción un buen número de veces y tendrá el caso de las Empresas Municipales de Cali, que pierden el 55% del agua potable que se produce en las plantas de tratamiento en la ciudad. Ese es un caso elocuente de la crisis de la mayor empresa pública del suroccidente colombiano y que en una empresa privada ocasionaría la toma de una decisión profunda. El asunto es simple: si pierdo en el proceso productivo la mitad de lo que produzco, soy inviable. Sencillo.
La situación, evidentemente, se traduce en el balance financiero. Pero analicemos por un momento la estructura de una empresa: grosso modo, la producción depende del trabajo y del capital. En unos términos más contemporáneos, los servicios dependen de un capital humano -mano de obra, conocimientos, bienestar de los trabajadores- y del capital físico -máquinas, equipos, herramientas, edificios-; la teoría económica postula que la producción tiende a caer a medida que se involucra una unidad adicional de trabajo -llega un punto donde un trabajador produce menos cuando hay 1000 trabajadores, por ejemplo, que cuando hay 700-. No obstante, el capital físico tiende a aumentar la productividad en la medida en que exige a los trabajadores aprender nuevas destrezas que se verá reflejado en mayor producción.
La estructura productiva de Emcali requiere estudiarse con detenimiento, pero no es difícil intuir que la empresa exige inversiones grandes en capital físico y en nuevos conocimientos productivos para sus trabajadores. Miremos el siguiente ejemplo: a octubre de 2014, la unidad de energía de la empresa estatal registraba pérdidas por 196 mil millones de pesos anuales. Se detectó que estas pérdidas no se debían a una reducción en la demanda de energía sino a algo relacionado con la gestión de la producción en la empresa: la desactualización de muchos contadores de energía, especialmente en sectores de la periferia de la ciudad. La solución encontrada parece dar cuenta de cómo invertir en tecnologías nuevas da viabilidad técnica y permite la viabilidad financiera: con una inversión de 20.997 millones de pesos, se actualizaron contadores en varios sectores de la ciudad. Desde luego, esta inversión no resuelve el problema en su totalidad, dado que solo devuelve algo más de 16 mil millones de pesos al año, pero en este punto la relación entre inversión en tecnología y ganancias es directa. A mayor inversión, mayores ganancias.
Adicional a lo anterior, parece que promover el servicio prepago de energía podría reducir las pérdidas: el usuario paga por lo que está en la medida de sus posibilidades y evita desperdicios. Innovar en proceso y producto hace parte de la gestión integral de las empresas y en esto Emcali simplemente tiene resultados insuficientes. Hoy la mayor empresa pública del municipio no produce lo que potencialmente podría por su desactualización tecnológica y su incipiente capacidad técnica, rezago explicado por la inestabilidad administrativa, la mala gestión gerencial y una casi inexistente estructura de gobierno corporativo. Al ponerse sobre la mesa la situación actual de la empresa surgen grandes desafíos que exigen control político y voluntad de la administración municipal: primero, adoptar un código de buen gobierno que fije las pautas de comportamiento diarias de la compañía; segundo, capitalizar una parte de la empresa, lo que exigirá una recomposición de la junta directiva donde tengan cabida el sindicato, actores de la sociedad y cuyo presidente no sea necesariamente el alcalde y tercero, diversificar el portafolio de servicios, incorporando nuevas unidades de negocio y reestructurando aquellas donde los resultados no sean óptimos, como en telecomunicaciones que exige grandes inversiones que podrían llegar del sector privado. En todo caso, la coyuntura exige que se lleven a cabo acciones profundas, de lo contrario Emcali seguirá siendo una llave abierta, donde las pérdidas las asumen los ciudadanos.
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