Una hoja de ruta para Cali


Discurso con motivo del lanzamiento de la Campaña de Andrés Felipe Galindo al Concejo de Santiago de Cali


Estimados amigos,

Antes de iniciar, quiero hacer un reconocimiento a la memoria de mi padre, quien un día como hoy dejó este mundo pero dejó en mí un legado que ahora me esfuerzo por honrar. Ofrezco a su memoria las palabras que a continuación pronunciaré.

Quienes me conocen saben que prefiero iniciar mis intervenciones con una historia. Hoy no será la excepción:

Traudl Junge ingresó cuando tenía 20 años a las juventudes hitlerianas. Sentía una profunda devoción por el líder alemán Adolf Hitler y aspiraba a poder servirle a la tarea que el gobernante creía que tenía con una Alemania que se levantaba de los destrozos de la Primera Guerra y las duras sanciones del Tratado de Paz de Versalles. A los 22 años, Traudl fue contratada como la secretaria personal del dirigente nazi. Así lo hizo hasta la caída de Berlín ante el ejército soviético. Ella sobrevivió al ataque aliado y viviría 60 años más. A lo largo de su vida ella negó tener responsabilidad en los crímenes de los nazis y alegó ser muy joven y desconocer lo que ocurría en los campos de concentración y durante la guerra. Siempre aceptó que la muerte injusta por prejuicios raciales era algo doloroso, pero no manifestaba sentimiento de culpa alguno. En alguna ocasión ella narraba “un día caminé frente a una placa ubicada en la plaza de Francisco José, en Munich, fijada sobre un muro en homenaje a Sophie Scholl, una mujer socialista que fue prisionera del régimen y posteriormente ejecutada por oponerse a este. Pude ver que ella había nacido en el mismo año que yo y que había sido ejecutada el mismo día que yo entré a trabajar con Hitler. En ese momento comprendí que mi juventud no había sido una excusa. Pude, quizás, haber indagado más sobre lo que ocurría y haber actuado.

He decidido aspirar al concejo con la esperanza de actuar a tiempo y de no dejar a la suerte el presente y el futuro de nuestra ciudad y de nuestra región. Y es paradójico, porque he decidido ser candidato a una entidad que, como el Concejo de Cali, rara vez he sentido que me representa como ciudadano y, podría ser, existen otros tantos lugares desde los cuales servir y contribuir al progreso y al desarrollo de mi ciudad. Pero quizás el mayor sustento de mi aspiración es mi confianza absoluta en que la democracia es el camino, porque creo que es el escenario natural para transformar a nuestra sociedad y ejercer con justicia nuestra ciudadanía. Y a pesar de sus fallas, de sus imperfecciones, es el mecanismo que hoy me permitió tomar la decisión de presentarle a ustedes y a los ciudadanos políticos mi proyecto de renovación, mis ideas y mis convicciones que en Cali todo puede ser mejor. Me resisto a darle ventaja al tiempo, para que un día, cuando mis energías y mis esfuerzos sean insuficientes, no lamente irremediablemente lo que pude haber hecho y dejé de hacer. No voy a vivir bajo el manto cómodo y perverso del temor.

Mi campaña se sustenta en dos principios rectores y transversales, muy usados por muchos y honrados por muy pocos: renovación y transparencia. No es posible concebir una ciudad que le apuesta al desarrollo, al progreso, a la innovación, al emprendimiento y a la sostenibilidad si sus dirigentes y quienes la gobiernan y aspiran gobernarla no están irrevocablemente comprometidos con el respeto a los recursos públicos, a reconocerse como servidores de los ciudadanos y a renovar sus costumbres, sus prácticas y sus ideas. Mi gran obsesión es que la política recupere su dignidad y su lugar como una expresión pura del servicio: ¡y eso se logra cuando el ciudadano vota  como cuando el ciudadano aspira a ser elegido! Hoy les invito a asumir un compromiso de ejercer con justicia su sagrado derecho a elegir y ser elegido: los bandidos que durante años han hecho uso abusivo de los recursos públicos tienen el poder porque como ciudadanos se los hemos otorgado. Si queremos que nuestra sociedad cambie, que nuestra realidad cambie, empecemos por cambiar de dirigentes.

Hoy vengo con una propuesta concreta para Cali encerrada en dos grandes banderas, que serán los ejes de nuestro control político y de nuestras propuestas de acuerdo en el Concejo: una Cali sin pobreza, segura e incluyente y una Cali emprendedora y moderna. Aún padecemos a la pobreza y la miseria, que someten a millones de personas a vivir por debajo de sus posibilidades y les condena a privarse de oportunidades para desarrollar sus habilidades y su potencial. A pesar que la pobreza y la miseria se han reducido en los últimos años, aún Cali tiene un índice superior al de las principales ciudades del país y al promedio nacional. Aún 20 de cada 100 caleños viven en condiciones precarias y otra buena proporción que ha salido de su condición de pobreza anterior, corren el riesgo de volver a ella ante cualquier crisis económica o social. No podemos seguir durmiendo tranquilos si en Cali la probabilidad de morir violentamente se incrementa cuando uno tiene entre 18 y 35 años, vive en una comuna de ingresos bajos y su nivel educativo está por debajo de los años de escolaridad del promedio de la ciudad, que ya de por sí no es alto. La pobreza  y la miseria asfixian a quienes las padecen y hablan a menudo tan duro que quienes las padecen no son escuchados. Es por eso que hoy propongo llevar al concejo como tema prioritario la lucha contra la extrema pobreza, que combatiremos con un control político minucioso, un ejercicio propositivo y un liderazgo que ya he ejercido cuando logramos que muchas de las empresas más importantes de la región le apostaran a invertir sus recursos en los sectores más vulnerables de nuestra ciudad. ¡Lo hice siendo un voluntario, con mayor razón lo voy a hacer siendo un concejal!

La agenda que propongo es ambiciosa: para construir una ciudad sin pobreza, segura e incluyente es necesario liderar un control político e incidir en el diseño de políticas públicas focalizadas que respondan a las características de los problemas que enfrentamos. La adecuada articulación entre la academia, el sector privado y el sector público nos debe permitir contar con la información pertinente para tomar decisiones, hacer un control y vigilancia a la prestación de los servicios de salud, de educación y de seguridad y convivencia que presta el municipio; sin embargo, es preciso que se genere riqueza: contribuir para mejorar el clima de negocios, reducir los costos de las empresas al operar en Cali, reorientar los esfuerzos del municipio para el desarrollo del emprendimiento, la innovación, la ciencia y la tecnología son prioridades en nuestra hoja de ruta. Cali ha dejado de ser un pueblo y es una ciudad con proyección internacional que requiere insertarse en una región que, como lo es el Valle del Cauca, ofrece un futuro promisorio si nos lo proponemos. La ciudad-región, que consiste en una Cali conectada con los municipios que la circundan, con redes de transporte y políticas coordinadas entre municipios y departamentos, es una exigencia que debemos trabajar de la mano con una alcaldía comprometida y una gobernación idónea. Un ejemplo claro de las transformaciones profundas a las que apostamos es Emcali: debemos elegir entre una empresa dirigida con criterio político, tierra fértil para los cazadores de rentas y administraciones ineficientes o un criterio técnico, que la haga competitiva, que preste mejores y nuevos servicios y disponga tecnología de punta. Esto en últimas se verá reflejado en mejores tarifas para los usuarios y menores costos para las empresas . Este proyecto no lo lograremos en el Concejo, pero allí empezaremos a desarrollarlo. Mi sueño es una ciudad donde los empresarios, los artistas, los ciudadanos puedan desarrollar sus talentos y su potencial sin limitaciones. Tenemos las herramientas, es momento de tomar la decisión de trabajar para lograrlo.

Hoy hago parte del Partido con la mejor hoja de vida de Colombia. Han sido dos meses intensos donde he tomado las banderas de los ideales de un partido que aspira a ser una opción real de poder y una alternativa poderosa a las empresas electorales nefastas que hoy se han apropiado de la administración pública. Hoy comparto una ilusión de hacer una política diferente, de cara al ciudadano y de la mano de cientos de candidatos y militantes de nuestra Alianza Verde que con más determinación que recursos hoy nos batimos en la arena electoral. No cuento con los recursos de muchos candidatos, pero tengo ideas, claridad en mis propuestas y un conocimiento profundo de esta región. Por eso  a esas grandes empresas electorales hoy les digo: ya veremos qué se le acaba primero a quién; si a ustedes el dinero o a mí las ideas y el empeño.

Hoy no quiero pedirles que me sigan, aspiro a que vengan conmigo, de igual a igual. Creo que ha llegado nuestro momento. Nuestro pueblo necesita reconciliarse, recuperar la esperanza. Necesitamos que en el Concejo exista quien sea capaz de sentar a los sectores a construir en conjunto esa ciudad que tanto soñamos. El momento de hacerlo, es ahora, el momento de transformar la manera en que dirigimos y planeamos a la ciudad es ahora: el momento que como ciudadanos tomemos nuestro lugar ha llegado.

Quiero cerrar esta intervención con esta frase de Franklin Delano Roosevelt:

"No es quien critica el que cuenta; ni quien señala cómo el hombre grande tropieza o dónde el hacedor de cosas las podría haber hecho mejor. El crédito pertenece a quien está verdaderamente en la arena; cuya cara está sucia de polvo, sudor y sangre; quien se esfuerza valientemente, se equivoca y falla una y otra vez porque no hay esfuerzo sin errores o fracasos; pero conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones; quien se gasta en una causa noble, y, en el mejor de los casos, al final conoce el triunfo del gran logro y, en el peor, fracasa, pero por lo menos fracasa arriesgándose enormemente, de modo que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria, ni la derrota".

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