La economía detrás de la venta de Isagen




Mi primera advertencia es que con este artículo no pretendo sentar una postura sobre la conveniencia o no de la venta de Isagen y, en segundo lugar, advierto que no tengo interés alguno en convencerlo de cambiar su postura al respecto, si la tiene y considera que sus argumentos son los necesarios para hacerlo. Grosso modo, la venta de esta empresa estatal se ha planteado como una necesidad para obtener un mecanismo adicional de financiamiento de los proyectos de infraestructura del gobierno, que sumados desbordan la capacidad del sistema financiero y del mercado de capitales. Bajo está lógica, el gobierno nacional pretende prescindir de su participación mayoritaria en Isagen y usar los recursos de la venta de sus acciones para invertirlos en la construcción de las vías de Cuarta Generación (4G). Hay una gran variedad de argumentos en contra y en favor, algunos profundamente  ideológicos, otros netamente políticos y hasta oportunistas, así como los hay desde la óptica ambientalista. Y es relativamente normal que existan dudas sobre la conveniencia de vender un activo de tal importancia para el país como Isagen: rentable, bien gerenciada y que supone una perpetuidad para las arcas del Estado colombiano. Se estima que a lo largo de su historia le ha reportado al gobierno aproximadamente un billón de pesos (algo así como un 0,5% del PIB), así como en promedio le entrega por utilidades cien mil millones de pesos cada año. Sin embargoe encuentro lamentable escuchar entre los argumentos en contra de la venta de la generadora un relativo menosprecio hacia las obras viales y más lamentable aún que el gobierno no haya sido capaz de garantizar que, al menos, esto no ocurra. Por eso mi tarea aquí es esbozar someramente una lógica económica detrás de los proyectos de infraestructura. Será cuestión de su buen juicio tomarlos o rechazarlos para así mismo defender o atacar la venta de Isagen.

Lo primero que debe entenderse es que construir infraestructura siempre será buen negocio, salvo casos muy excepcionales como emprender obras que no tienen demanda -muy común en la época de las vacas gordas en España, por ejemplo-; con esto no estoy afirmando que sea mejor negocio o no que mantener Isagen, pero desde el punto vista puramente técnico económico, tener mejores vías, puentes, túneles, puertos, aeropuertos y ferrocarriles es un gran impulso al desarrollo de los países. Desde lo más elemental, la riqueza de una economía se entiende como la producción de bienes y servicios que se ofrecen y demandan en cierto periodo, dada una dotación de recursos (capital y trabajo, fundamentalmente): a medida que se dispone de más o menos de estos recursos -en el argot económico conocidos como factores-, se espera que aumente o disminuya la capacidad de producción de una economía. Es decir, hablamos de la capacidad instalada de un país, región o ciudad y funciona en esencia como una empresa: la frontera de posibilidades de producción aumenta, disminuye o se mantiene en función de cuántos trabajadores, máquinas, conocimientos y tecnologías se dispongan para tal fin. En economía se habla de crecimiento potencial cuando se refiere a un uso óptimo de los factores de producción: cuando la economía crece por debajo de su tasa de crecimiento potencial esa brecha productiva supone que hay que hacer esfuerzos para ocupar la capacidad ociosa del aparato productivo nacional. Eventualmente un crecimiento por encima del crecimiento potencial del PIB implicará costos crecientes, lo cual es una señal de realizar inversiones para reducirlos y ampliar la capacidad instalada del país. En la actualidad, esa tasa de crecimiento potencial para Colombia está estimada en alrededor del 5% y, a juzgar por los últimos reportes de crecimiento antes de la desaceleración de 2015, hemos estado creciendo muy cerca de nuestro potencial. Si queremos crecer más sin precipitar una espiral inflacionaria, necesitamos invertir: ¿en qué? La respuesta es capital físico y capital humano. En términos más humanos: en carreteras, aeropuertos, puertos, educación, salud, ciencia y tecnología.

Hecha esta explicación: ¿qué tanto ha movido a la economía colombiana y qué tanto se espera que la mueva los proyectos de infraestructura que se pretende financiar en parte con los recursos provenientes de la venta de Isagen? Dentro de las tres fuentes de crecimiento de la economía contamos con el crecimiento de la productividad, la contribución del capital y la contribución del trabajo. Dado esto, ¿qué necesita Colombia para crecer por encima del 5% en los próximos años? Ahí vienen importantes afirmaciones que han hecho distintos analistas y centros de investigación: primero, acelerar el crecimiento de la productividad, que se logra con mayor inversión pública, dada la relación positiva entre ambas variables (si una crece, la otra también) y, segundo, los retornos de la inversión en infraestructura tienden a depender del tamaño de la brecha -o rezago- en infraestructura. Esto se entiende porque en la medida en que un país requiera más inversiones, los rendimientos son mayores, más cuando, por ejemplo, disminuye los costos, reduce los tiempos de desplazamiento y facilita la conectividad con zonas remotas y de geografía agreste. En este mismo sentido, los estudios que se ha venido desarrollando (como el de Fedesarrollo sobre las vías 4G) han encontrado en distintas bases de datos que existe una relación positiva entre la calidad de las vías y el ingreso per cápita. Esta evidencia es especialmente fuerte para Chile, México y Colombia. ¿Cuánto se espera que aumente el PIB con un aumento de 1% en infraestructura? Según Villar y Ramírez, en España cada 1% de más inversiones en infraestructura expandieron la economía en 0,13%, en otros países en 0,18% y se espera que, para Colombia, este indicador ronde 0,23% (algo así como dos veces las utilidades anuales de Isagen cada año). 

De hecho, el análisis del crecimiento económico reporta ya los efectos de la inversión en infraestructura que, además, hoy lucen como una clara política contracíclica y la que explica en buena parte por qué la economía nacional no ha caído en la misma proporción que sus pares latinoamericanas. El choque macroeconómico de la construcción de estas vías se sentirá con mayor fuerza en 2016 y 2017, donde se espera un efecto multiplicador sobre el PIB de 1,5% durante los años de construcción (es decir, por cada peso invertido se espera que se reciban 1,5 pesos de ganancia) y una vez concluidos estos proyectos se espera que la tasa de crecimiento potencial del país se expanda del 4,6% al 5,3%. Esto sin contar que se estima que se reducirían en un 20% los costos de operación vehicular, es decir, que de cada 100 pesos de transportarse en carretera que hoy se gastan, luego de entrar en servicio las vías se aspira a un ahorro de 20 pesos. Se habla que de aquí a 2018 la economía colombiana crezca un 0,8% por cuenta de estas inversiones en infraestructura (hablamos de algo así como 1,3 billones de pesos por año más) y luego decrezca entre 2018 y 2022 a 0,61% de crecimiento adicional. 

En síntesis: desde una óptima estrictamente económica y financiera no parece claro -hay que profundizar- que vender Isagen e invertir en vías sea un suicidio. Más bien el error está no en oponerse a la venta de Isagen, lo cual es legítimo, sino en despreciar el argumento de la importancia de actualizar la infraestructura del país de cara a asegurar un crecimiento económico superior, necesario para fines esenciales como garantizar el bienestar de los hogares. No es claro que mantener la propiedad de Isagen o venderla sean decisiones del todo acertadas o desacertadas. Hay matices y, en aras de la verdad, no existe un argumento serio que pueda demeritar lo valioso que resulta para Colombia -rentable, si lo quiere llamar así-, tener mejores vías, mejores puertos, menores costos de operación y menores tiempos de desplazamiento. Está la discusión servida, ¿vender o no Isagen?, parece que los argumentos en contra podrían hallarse con más comodidad en temas esenciales como garantizar la posesión estatal de buena parte de la generación eléctrica del país. Yo, personalmente, hubiera querido creer que el gobierno haría un esfuerzo distinto por buscar esos recursos en otras fuentes distintas a la enajenación de un activo como la mayor generadora del país. Sin embargo creo que es un error desconocer el valor de la infraestructura cuando se le compara al valor de un activo como Isagen.

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