Mitos y dogmas




Hace bastante tiempo no veía tal cantidad de historias en las redes sociales. Afirmaciones miles de veces compartidas por los usuarios, que replican rápidamente mentiras y las convierten en dogmáticas verdades. Uno de los grandes retos de las tecnologías de comunicación es que los altos flujos de información a menudo hacen algo menos que imposible controlar lo que se difunde, muy usualmente por cuestiones de ingenuidad pero originalmente con un claro objetivo de tergiversar la realidad. La propaganda negra hoy ya no requiere de un gran aparato de difusión que acapare la radio, la televisión y los medios impresos, sino que solo requiere de una conexión a internet y una lista de contactos en una red social. Y esto conduce a otra situación: no siempre los usuarios de las tecnologías de información y comunicaciones son grandes consumidores de información. En palabras más simples, una persona que permanece en Facebook no necesariamente es una persona bien informada. De allí que, en un ambiente de polarización como el que hoy vivimos, es usual encontrar historias de todos los calibres que hacen carrera y han terminado siendo verdades convertidas en dogma, aunque no dejan de ser mentira. Aquí algunas:

1. La venta de Isagen causó la crisis energética:falso. A diferencia de la mayoría de los mercados de bienes y servicios, el de la energía -por ser estratégico- es un mercado altamente regulado. Esto quiere decir que no se puede comercializar libremente energía ni se puede fijar precios de forma arbitraria por parte de las empresas generadoras y comercializadoras. La venta de Isagen simplemente transfirió unos activos valiosos del Estado al sector privado, sin embargo no cambiaron las reglas de juego del mercado de la energía. Basta con saber que las hidroeléctricas propiedad de Isagen están en Colombia para entender que, difícilmente, la energía allí producida va a salir empacada para ser consumida en otros países. De hecho, la crisis energética -aún no comparable con la de 1992-, viene de una alta concentración de la producción de energía en las hidroeléctricas, una baja diversificación de fuentes generadoras y una serie de errores de gestión en el sector público de vieja data, ante lo cual la venta de esa empresa tuvo una incidencia nula. 

2. Antes no había impunidad: falsa y descarada. Esta frase, pronunciada por Álvaro Uribe Vélez en una entrevista la semana anterior en La W Radio, no solo no es verdad sino que además es risible. Las cifras permiten dimensionar lo fantasioso de esta afirmación: en la justicia ordinaria, desde hace décadas el índice de impunidad sugiere que solo 10 de cada 100 delitos cometidos en Colombia son investigados y sus autores procesados y castigados. En el marco de la justicia transicional, las cifras que aporta el Centro de Memoria Histórica indican que de cerca de 30 mil combatientes de las AUC -cuando se esperaban no más de 10 mil-, solo 2000 ratificaron su postulación a la ley de justicia y paz, lo que significa que menos del 2% lo hizo, y hasta 2011 solo se había proferido sentencias a tres paramilitares. Juzgará el lector si antes había o no impunidad.

3. Este es un gobierno de salarios de hambre: verdad a medias. Santos ha sido el mejor expiador de los pecados de los anteriores gobiernos. Es cierto que los salarios en Colombia no son altos y si del salario mínimo se habla, la situación es menos halagüeña. Hablamos de un crecimiento promedio del salario mínimo del 7% entre 2002 y 2015, lo cual deja entrever que a lo largo de las últimas décadas este ha crecido ligeramente por encima del índice de precios al consumidor. Sin embargo, a la luz de la definición legal de los aumentos del salario mínimo, la regla que debe cumplirse es fijar una variación que supere la inflación causada en el periodo anterior. De modo que no es que el gobierno tenga deseos de empobrecer a la población, sino que hasta ahora nadie ha logrado establecer una fórmula que genere acuerdos de cómo calcular mejor el salario mínimo.

4. Enfrentamos una debacle económica: falso. Estamos en un periodo de dificultad por cuenta de un enfriamiento de la demanda internacional que hace que la mayoría de nuestros socios comerciales compren menos, particularmente materias primas que, por consecuencia, han visto caer sus precios. Sin embargo estamos aún lejos de padecer una verdadera debacle como la de 1999 -cuando la economía se contrajo 4,5%-, ni el frenazo económico de 2009, cuando el PIB creció 1,9%. La novedad de la actual coyuntura económica radica en que hace más de diez años no asistíamos a un escenario de históricos tan bajos en los precios del barril de petróleo que, en una economía donde 6 de cada 10 dólares en exportaciones provienen de las ventas del crudo, es totalmente consecuente que la balanza entre lo que vendemos y compramos esté desajustada y que enfrentemos una escasez de divisas. El modelo económico que por más de 30 años hemos cultivado, está dando sus frutos. Sin embargo, estamos lejos de una crisis. La discusión debe ser si este es el modelo de desarrollo que necesitamos.

5. El país está otra vez entregado al terrorismo: falso. A juzgar por las estadísticas que se tiene, estamos en el punto de menor intensidad histórica desde 1964 en la confrontación entre las FARC y el gobierno. En materia de homicidios, hemos llegado a la tasa más baja en tres décadas, por debajo de las 28 muertes violentas por cada 100 mil habitantes; en materia de secuestros, en 2015 se logró llegar a niveles de 2009 -los más bajos en dos décadas-, luego de un periodo de un leve aumento de los casos de secuestro en el país. De hecho hay que decirlo: en 2009 y 2010 hubo, en total, 503 secuestros, lo cual deja evidencia que el secuestro es un delito que no ha sido proscrito del país. Hay que destacar que desde 2007 la tendencia de hurto de motocicletas y a personas viene en franco ascenso. Por último, mientras en 2009 se denunciaron 603 casos de piratería terrestre, en 2015 se registraron 280. Aquí parece que hay un juego de percepciones: en 2015 se registró el indicador de actos de terrorismo contabilizados más bajo en 15 años, así como volvimos a niveles de 2009 en materia de ataques a infraestructura, pero la gente dice que estábamos más seguros con la guerra de Uribe que con la paz de Santos ¿alguien está jugando con la desinformación y la percepción de los ciudadanos? Juzguen ustedes.

Con estos mitos, que han vendido como verdad en las redes, queda claro que hay un juego sucio en el manejo de la información. Santos tiene muchos flancos débiles que pueden atacarse sin apelar a la mentira. Por eso cierro con la famosa frase del presentador deportivo: juego limpio, por favor, señores.

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