Cali en diez años: una visión
Si en diez años pudiera ser gobernador del Valle o alcalde de Cali, en cualquier caso, el desarollo de la ciudad-región sería un asunto transversal y prioritario. La capital del Valle no solo recibe a la mitad de la población del departamento, sino que tiene un magnetismo que la hace un polo de desarrollo determinante para más de 10 municipios del sur del Valle y del norte del Cauca, donde más de tres millones de personas viven y realizan sus actividades económicas. En algunos frentes como la educación, la influencia de Cali es mayor en la medida en que sus universidades se convierten poco a poco en receptores de estudiantes provenientes de diferentes departamentos, particularmente del sur y suroccidente de Colombia. Pensar a Cali como una ciudad-región es el principio de un enfoque distinto de la planeación del desarrollo local: en diez años, en 2026, la capital vallecaucana debe disponer de la organización administrativa e institucional que oriente la actividad económica, la provisión de servicios e infraestructura, la sostenibilidad ambiental, el crecimiento del capital humano y la localización de sectores económicos como clusters subregionales competitivos.
Para pensar en la ciudad- región, se requiere que desde hoy pensemos que la subregión exige una unidad de criterio para planificar su desarrollo de forma armónica. En 2026, la Nación, la Gobernación del Valle y las alcaldías del futuro Distrito Especial de Cali y de los municipios del área dispondrán de una gerencia técnica que coordinará los esfuerzos de los distintos gobiernos locales y regionales y con competencias muy bien delimitadas enfocará las políticas públicas en lo relacionado con infraestructura, sostenibilidad ambiental y competitividad empresarial. Junto a esto, la interlocución entre los distintos niveles del Estado permitirá que el sur del Valle del Cauca encuentre articulación entre las entidades y gobiernos locales involucrados y se generen por esta vía sinergias que mejoren las condiciones de vida de la subregión. En diez años el desarrollo de esta importante zona del país no podrá seguir su senda errática actual.
En 2026, Cali debe disponer de una red vial moderna y multimodal que la conecte con el resto del país y, particularmente, con los municipios que conforman la región metropolitana. Resulta esencial que esto no se limite a autopistas: es cierto, en diez años la autopista Cali-Yumbo debe disponer de al menos un carril adicional por sentido, así como los accesos al sur por Jamundí y al oriente por Juanchito deben disponer de segundas calzadas que aumenten la velocidad y mejoren la conectividad entre las zonas industriales y agroindustriales de la subregión. Sin embargo, la red férrea estará operativa y modernizada, con trenes regionales y líneas de carga que conecten a los centros productivos con los centros de consumo y con Buenaventura y el Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón. En 2026, Cali deberá estar conectada con el resto del Valle del Cauca a través de autopistas y vías férreas que reduzcan los tiempos y los costos de desplazamientos y fomenten la competitividad de las empresas locales. No debería ser descabellado pensar que para entonces dispondremos de un tren de cercanías que una a Palmira con el centro de Cali y a esta con el aeropuerto en Palmaseca, más cuando pensamos en una ciudad que se mueve y conecta con el mundo las 24 horas.
En diez años Cali y la región que le rodea habrá sido capaz de comprender la importancia de concebir un modelo de desarrollo sostenible. Las normas y autoridades ambientales privilegiarán las tecnologías e industrias limpias; especialmente en la zona industrial de Yumbo y del norte de Cali esto tendrá una gran relevancia en la medida en que reducirá el material particulado en el aire y reducirá la emisión de gases con efecto invernadero. El uso de la bicicleta, del transporte público y la reducción del automóvil particular contribuirá a esta causa. Con un esfuerzo coordinado de los gobiernos locales y las autoridades ambientales, en diez años los ríos de Cali y de la región, como el Cauca, los siete que la atraviesan, los ríos Jamundí, Frayle, Claro y otras fuentes hídricas gozarán de estricta protección por parte del Estado. Con el apoyo de la Fuerza Pública se asegurarán las medidas necesarias para despejar a los Farallones de Cali de la explotación minera.
En 2026, la subregión sur, con Cali como polo de desarrollo, será una realidad en marcha. Movilidad sostenible con alcance regional, infraestructura logística que impulse su economía, clusters competitivos y aire limpio promoverán la sostenibilidad y el bienestar en los casi tres millones y medio de habitantes con que contará el área. El magnetismo de la capital vallecaucana será locomotora del desarrollo de los más de diez municipios aledaños. En diez años debemos hacerlo. En diez años lo vamos a lograr.
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