Hacia la Cali del quinto centenario
En
exactamente 20 años nuestra ciudad cumplirá 500 años de haber sido fundada por
Miguel López Muñoz, por encargo del adelantado Sebastián de Belalcazar. Por
supuesto que esa fecha, cargada de simbolismo, es una oportunidad para pensar
en la ciudad que queremos tener entonces. En 2036, que suena lejano, Cali será
una ciudad de cuatro millones de personas, una aglomeración urbana similar a la
que tenía Bogotá en los años ochenta y que por no saberse manejar bien
desembocó en la gran cantidad de problemas extremadamente complejos y de
costosas soluciones. Veinte años antes podemos vislumbrar que nuestra ciudad no
puede correr la misma suerte de la Capital colombiana y que debemos asumir
desde ya el reto de planificar el desarrollo sostenible de Cali. En este reto
no hay excusas y deben estar vinculadas la nación, el departamento, el
municipio y el sector privado. En dos décadas, la capital vallecaucana debe ser
una ciudad-región consolidada y esa visión implica a múltiples actores.
Si la
tendencia se mantiene, Colombia será en 2036 un país con más de cincuenta
millones de personas y uno de los mercados más atractivos a nivel global, que
habrá duplicado su PIB, lo que hará de nuestro país una economía de tamaño
similar a la que hoy tiene Turquía y el ingreso per cápita será de rango
medio-alto. En ese orden de ideas, se espera que el país esté en condiciones de
insertarse mucho mejor en la cadena global de valor para lograr esos
resultados. No obstante, hay nubarrones: los conflictos ambientales pueden ser
el gran dolor de cabeza de un país que entonces tendrá ciudades de gran tamaño,
entre los cuatro y los quince millones de habitantes, con grandes demandas de
suelo, agua potable, energía y con necesidades de reducir los efectos de las
distancias. Y estos retos, si bien serán prioridades del Gobierno Nacional, se
asumirán con real fuerza es desde el entorno local: ahí es donde la visión del
quinto centenario de nuestra ciudad cobra importancia.
Cali
enfrenta ya retos importantes: ¿cómo mantener el equilibrio medio ambiental en
una región con demandas de suelo cada vez mayores? ¿cómo garantizar el
abastecimiento de agua potable, la protección de las fuentes hídricas y la
provisión de transporte público? Justamente el desafío está en que Cali no es
una ciudad aislada, sino que tiene cada vez más estrechas relaciones con los
municipios aledaños y la región. Hacerlas sostenibles es quizás el mayor reto
de política pública a nivel regional que hoy tenemos y que nos exige idoneidad
en nuestros dirigentes. Para 2036, entonces, Cali debe contar con un gobierno
metropolitano, que integre a los municipios del sur del Valle del Cauca,
especialmente en los temas de transporte, medio ambiente y uso del suelo y
servicios públicos, lo que exige que se afinen las competencias entre los
municipios, el departamento y la nación para el diseño y ejecución de políticas
públicas efectivas.
En 2036, el
aeropuerto internacional Alfonso Bonilla Aragón será el segundo por flujo de
pasajeros del país y estará conectado con la ciudad y su área metropolitana a
través de un sistema moderno de autopistas y una red férrea, que permitirá el
flujo más eficiente de pasajeros y carga. A su vez, Cali contará con un sistema
de autopistas que la atravesarán y bordearán y que se complementarán con un servicio
de tren regional que unirán a los centros productivos con los centros de
consumo y con el puerto de Buenaventura. Por otro lado, en el turismo
encontraremos una gran oportunidad gracias a la renovación urbana, a la
recuperación del patrimonio arquitectónico y las maravillas naturales que la
rodean, la adecuada conexión con el mundo, la seguridad y la promoción efectiva
de la ciudad en los distintos escenarios. En veinte años debemos ser capaces de
ser un centro productivo innovador, con grandes emprendimientos que nos
exigirán una gestión impecable del talento humano, para lo cual es
indispensable desde ya fortalecer el sistema universidad-empresa- estado. En
últimas, tenemos veinte años para reinventarnos y avanzar hacia lo que nuestra
ciudad debe ser: el mejor vividero del mundo.
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