Radiografía al Sí y al No en Cali
La noticia
dice que en Cali ganó el Sí de forma contundente. En el casco urbano de Cali,
esta opción en el plebiscito ganó en 18 de las 22 comunas de la capital
vallecaucana y dejó a la ciudad como la que, después de Bogotá, fue la que más
aportó al resultado de la consulta. La información recopilada por algunos
economistas y analistas ha permitido sacar una primera conclusión: el centro
del país, excepto Bogotá, tuvo una mayor prevalencia del NO, mientras en la
zona de las periferias -incluido el Valle del Cauca-, la votación fue por el
SÍ. El relato entonces ha sido contundente: el centro más rico, más
industrializado, más urbanizado, menos golpeado por el conflicto negó la
aprobación de los acuerdos, mientras el resto del país más rezagado fue más entusiasta
y los aprobó. Sin embargo, ¿cómo se comportó el tema electoral en Cali?, ¿se
repite el patrón centro-periferia como en el nivel nacional? En otros
términos: ¿las zonas con mayor pobreza en la ciudad marcaron Sí, mientras las
de mejores indicadores sociales y económicos votaron No?
Fuente: Registraduría. Elaboración propia.
El análisis de la información suministrada en los formularios
E24 de la Registraduría permite consolidar los resultados de la votación en
cada comuna de Cali. Esto nos ayuda a identificar que el NO ganó en cinco
comunas de Cali, pero los resultados fueron apretados en casi todo el resto de
las comunas. Solo en la comuna 17 el Sí obtuvo más del 60% de los votos,
mientras que donde le fue peor es en las comunas 14 y 21. Pero para poder
entender si el patrón centro-periferia se presentaba también en la zona urbana
de Cali, se buscó la incidencia de pobreza por comuna -se usó un promedio entre
2012 y 2015-. De un análisis realizado en 2015 por Juan Felipe Vega, de la
Universidad del Valle, obtenemos la información de pobreza monetaria por cada
comuna de la ciudad, es decir, la proporción de personas que viven por debajo
de $223.638 según definición del DANE; en este punto, encontramos que las
comunas con menores índices de pobreza monetaria son la 2, la 17, la 19 y la
22, mientras que las que tienen la mayor incidencia son las comunas 13, 14, 21
y 20, que conforman el populoso Distrito de Aguablanca en el Oriente y Siloé en
el oeste, respectivamente. Para tener un punto de referencia, el índice de
pobreza monetaria promedio que maneja el DANE para Cali es 21% y en estas
comunas ese indicador duplica al promedio de la ciudad -pobreza monetaria
superior al 40%-. Pero entonces, ¿existe alguna relación entre la proporción de
votos por el Sí y los índices de pobreza?
Gráfico 1.
Gráfico 2.
Al poner los datos de las variables para cada comuna
en gráficos de dispersión -que ayuda a observar la relación entre dos
variables-, vemos una relación negativa entre los votos del Sí y la pobreza,
que se puede apreciar más claramente si se traza una línea entre los puntos y
vemos entonces una recta que desciende de izquierda a derecha. El gráfico 1 usa
como variable el número total de votos por el Sí frente a la incidencia de
pobreza monetaria por comuna y el gráfico 2 usa la proporción de votos por el
Sí con el mismo indicador de pobreza. En ambos casos se señala que en la medida
en que la pobreza aumenta -eje horizontal-, los votos por el Sí, que se
observan en el eje vertical, son menos -o su proporción también es menor-.
Queda entonces expuesto una primera luz muy importante sobre el patrón
centro-periferia para Cali: funcionó al revés que en el nivel nacional. Si bien
este análisis es limitado, sus aportes dan para esbozar algunas conclusiones preliminares.
La relación negativa entre los votos por el Sí y la
pobreza deja ver que en Cali hubo una reacción adversa al Acuerdo con las FARC
mucho mayor en la población con menor ingreso y tuvo mayor acogida en la clase
media. El plebiscito se perdió en las cuatro comunas más pobres de Cali, se
ganó de forma apretada en 15 comunas y se ganó con mayor contundencia en las
tres donde predomina la clase media y los ingresos más altos. Las explicaciones
pueden ser diversas, pero se puede suponer que una de ellas es que la
desinformación y el inconformismo determinaron las preferencias en las zonas
más pobres: el NO, a la luz de estos datos, parece que puede tener
características de un voto protesta contra el Gobierno. Esto puede deberse,
entre otras razones, a que en las ciudades la desigualdad es más palpable, las
brechas entre ricos y pobres son más evidentes y el inconformismo se asoma con
mayor facilidad.
En el mismo sentido, parece que el NO caló fuerte en
la base de la pirámide de ingresos y en lo más alto. La comuna 22, que de las
cuatro comunas más ricas es la más rica, tuvo una participación del NO mucho
mayor que en las comunas donde predominan las clases medias (2, 17, 19). En la
clase media fue mucho más generosa la victoria del Sí y podría verse entonces
el efecto de las campañas de opinión y el activismo de los
universitarios.
Así mismo, en este análisis se ha registrado el
partido ganador en las elecciones regionales de 2015 para tener indicios del
comportamiento de los movimientos políticos durante la campaña del plebiscito.
Y en el ambiente quedó una duda: ¿qué tanto trabajaron las maquinarias de los
partidos tradicionales y del partido del Gobierno? En 18 de las 22 comunas ganó
las elecciones de 2015 el Partido de la U -el del presidente y la mayoría del
Congreso-, en una ganó el Partido Liberal, en una el Partido Alianza Verde y en
dos el Centro Democrático. Paradójicamente, en las cinco comunas donde ganó el
NO (1, 13, 14, 20 y 21) el partido ganador en 2015 fue el oficialista Partido
de la U, del presidente y de la gobernadora del Valle. En donde operan con mayor fortaleza las
maquinarias -casi todas las comunas donde habitan las clases populares- los
resultados no fueron apabullantes para el Sí; solo en dos comunas el Sí obtuvo
más del 55% de los votos totales.
Lo anterior permite pensar que las maquinarias no
funcionaron a toda marcha y esto es más evidente en las cinco comunas del NO.
Se podría pensar que esta vez la gente votó en función de su percepción sobre su
realidad y de la información disponible sobre el Acuerdo Final. El resto, el
63% que conforman los abstencionistas, probablemente no se movieron, en parte,
ante la ausencia de la logística propia de las empresas electorales. Un caso
particular que ilustra lo descrito es la comuna 18, donde en 2015 la lista al
Concejo del Partido de la U obtuvo 5674 votos y la lista del Centro Democrático
-cabeza del NO-, apenas 1417 y para la gobernación del Valle, la actual
mandataria Dilian Francisca Toro se quedó con 8493 votos de los 21083
depositados en ese sector de Cali, es decir, el 40% de los votos totales, lo
que dio una hegemonía indiscutible al partido oficialista. En contraste, en la
votación del plebiscito pasado, la diferencia entre el Sí -que abanderó la U y
la gobernadora- y el NO -que abanderó Centro Democrático- la diferencia es de
apenas 1251 votos. El asunto cobra mayor atención si se considera que el
liberalismo, los verdes, el Polo Democrático, Cambio Radical estaban con el Sí
también, ¿faltó compromiso de los partidos de la Unidad por la Paz para
movilizar a los electores y explicar los acuerdos? ¿falló la estrategia
electoral del Sí?
Al panorama social y económico de las comunas y los
resultados electorales contrastados, se sumó la confesión del directivo de la campaña
del NO, Juan Carlos Vélez sobre una campaña basada en desinformación y mensajes
engañosos, que plantea otro interrogante: ¿caló más profundo la estrategia del
NO entre el segmento de población de menor ingreso y nivel de escolaridad? ¿Fue
más fácil poner a votar verraca a la
gente de menores ingresos y oportunidades? Es muy probable que sí, pero tampoco
puede desestimarse el arraigo de la figura de Uribe en las clases altas, no en
vano en las elecciones regionales de 2015 al Centro Democrático le fue
particularmente bien en la comuna 22, donde la pobreza apenas marca 1%.
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