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Camino a la paz

Si hacer la paz se ha vuelto en un asunto que ha polarizado a la opinión pública como pocas veces antes, es señal inequívoca que el conflicto debe terminar y ser arrancado de la agenda nacional. El proceso de negociación con las FARC en La Habana es un punto al que inevitablemente deberíamos llegar. No ha habido conflicto que no termine en un acuerdo, así este haya sido precipitado por una superioridad militar de una de las partes, y los que han terminado en un aplastamiento de una de las partes han finalmente impuesto costos  altos y acumular unas perdidas irrecuperables. Veamoslo de esta forma: Hitler finalmente fue destruido por los aliados -probablemente en aquel momento la acción de la guerra era la más viable-, pero el no haber detenido la locura nazi por otras vías  representó un elevado costo de 45 millones de vidas. El conflicto armado en Colombia supone un panorama mucho más complejo: nadie duda de la ventaja militar del Estado ni de la incapacidad de las FARC par...

Maniqueo y las reformas

Las reformas son esas ideas y nociones que los gobiernos suelen tener en mente para dejar una impronta en la historia. No obstante, el carácter reformista de los gobiernos en Colombia normalmente ha tenido menos éxito que las reformas impulsadas en otras latitudes, donde suele ocurrir que estas han tenido efectos mucho mayores que en nuestro país. Sin embargo uno de los grandes temores de la sociedad colombiana es que en el espíritu de las reformas vaya un tufo gatopardista: que todo cambie para que todo siga igual; es claro que Colombia requiere unas reformas profundas en muchos aspectos de su contexto político, social y económico que, a todas luces, son disfuncionales o han demostrado ser obsoletas. Un sistema político que a menudo se impone como la mayor barrera para el desarrollo, una salud que viene demostrando incapacidad para proveer a los usuarios un servicio de calidad o una justicia lenta y saturada, requieren una profunda cirugía. Sin embargo no son pocos los esfuerzos para...

Eso es política.

La economía de los Estados Unidos tuvo en vilo a todo el mundo. Cientos de miles de trabajadores federales se fueron a sus casas cesantes, sin remuneración y con algo que marcó este clímax de la crisis de la mayor potencia mundial: con la incertidumbre de saber qué ocurrirá. Luego asistimos a un hecho que, aunque no se concretó, no deja de ser histórico y es el hecho que el Tesoro estuvo a cuatro o menos horas de declarar su primer default en su historia. En efecto, un asunto económico serio, con fuertes implicaciones en el mercado que ha depositado su confianza en la economía estadounidense y en su solidez. Una cesación de pagos de la mayor economía del mundo habría acrecentado la incertidumbre y enviado un mensaje de gran complejidad para los inversionistas. Ciertamente, un asunto económico, ¿pero qué hay en el fondo? ¿qué subyace?, el Nobel Eugene Fama lo expreso con bastante simplicidad y certeza: eso es política, no economía. Durante 17 días los Estados Unidos trabajaron a me...

La nueva doctrina

Andrés Felipe Galindo Farfán* CALI- Que hoy se forman muy buenos economistas nadie tiene duda. Son cada vez más los economistas que, por su marcado criterio técnico, son enganchados en cargos estratégicos, si no directivos, en las principales entidades privadas y del sector público. Basta ver que sectores como la Salud o la educación están en manos de profesionales con formación en economía. Nadie duda que la arquitectura de las sociedades modernas, cada vez más económicas, tienen la impronta de economistas. Hace algún tiempo, cuando iniciaba mis estudios de Economía en la Universidad Javeriana de Cali, el vicerrector académico de aquel momento, hombre de gremios como lo es Antonio De Roux, formuló una frase que encierra el ideal que aún parece distante de sentirse realidad manifiesta: no queremos formar a los mejores economistas del mundo sino a los mejores economistas para el mundo. Insisto, nadie duda de lo que realmente es la calidad del economista moderno, porque responde a u...

Un burro de oro

Por: Andrés Felipe Galindo Farfán* Algunos abuelos solían decir, haciendo referencia al incómodo momento cuando el dinero deja de alcanzar, una frase bastante elocuente: me venden un burro de oro en cinco centavos, ¿pero si no los tengo?; suele ocurrir que algunas de las más difíciles situaciones que afrontan los países emergentes como Colombia es la marcada sensación en los consumidores de tener que pagar precios altos y por esa vía sentir que sus ingresos no alcanzan. Aún cuando en estos países los bienes y servicios son en términos relativos más baratos que en el mundo desarrollado, es cierto que la percepción de un consumidor colombiano es que los precios de los bienes que consume son cada vez más elevados, ¿verdad o percepción?, no son eventos excluyentes pero no describen con precisión absoluta lo que realmente ocurre en Colombia. El suelo en un barrio exclusivo del sur de Cali como Ciudad Jardín o en el norte de Bogotá como Los Rosales puede pasar fácilmente por uno tan alt...

La crisis del sector agrícola: diagnósticos errados y desafíos para el futuro

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Introducción: panorama del campo colombiano El panorama rural de Colombia es bastante desalentador desde hace más de cuarenta años. Son pocos los que hacen política en el campo simplemente porque el país se ha concentrado en las ciudades. Pero el campo colombiano representa el 94% del territorio nacional, mientras se estima que un 32% de la población total de Colombia está ahí, de acuerdo con cifras oficiales. Y es que definitivamente la tierra tiene que ser un asunto de gran importancia si desde finales de la década de 1950 el desplazamiento de los pequeños propietarios de tierra, especialmente en la Costa Atlántica, ha sido una situación constante (Reyes, 1987). Y es coherente con lo que ciertos indicadores sugieren: el coeficiente de Gini, una medida que indica el nivel de concentración de la riqueza en una economía, dice que desde hace cuatro décadas la tierra en Colombia está  cada vez en menos manos, pasando de un 0.74 a un 0.88, es decir, a sólo 12 décimas de la perfect...

El pan sin el horno

Llegó el esperado 19 de agosto, cuando varios gremios del sector agrícola, minero y el transportador acordaron cesar sus actividades productivas en señal de protesta por la precaria situación que viven. Sectores económicos de gran importancia para el país están hoy en medio de una profunda crisis, reflejada en que sus precios, cada vez más bajos, no compensan los costos que enfrentan, cada vez más altos. A los ojos de un observador desprevenido, estamos enfrentando una parálisis social del orden nacional. Y si no son observadores desprevenidos, son jueces sesgados. Muchos añoran la Primavera árabe, que hoy parece más un otoño, o creen que estamos frente a un movimiento multitudinario como el vivido por Brasil. La gran diferencia es que las manifestaciones en estos países fueron expresiones espontáneas de indignación por una sucesión de problemas que afrontan, por ejemplo, los jóvenes para estudiar o para participar en política. En Colombia, siendo muy escuetos, afrontamos el problema ...