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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Cantos de sirena

Recientemente circuló por las redes sociales una infografía que desglosaba algunos de los principales componentes del gasto militar. El público lo tomó con indignación, como era previsible, al suponer que el gasto militar representa un costo de oportunidad inaceptable: un peso que va a financiar la defensa nacional es un peso menos a la salud, la educación o la atención a los más pobres. Es decir, la mejor opción que deja de tomarse por financiar el funcionamiento de la flota de aviones, helicópteros o dotar apropiadamente a los soldados es atender a un enfermo de gravedad en un hospital. De alguna manera es cierto, pero a priori, al contextualizar el caso colombiano, podríamos ver que no lo es tanto . Hace un par de años, en una exposición que realicé a estudiantes del curso de Política Fiscal de la Universidad del Valle, señalé que el Gasto en Defensa y Seguridad en Colombia es alto, ocupa una importante fracción del presupuesto nacional y ese aumento ha tenido de alguna forma

Competitivos, no tanto.

Recientemente se publicó el Reporte Mundial de Competitividad, un informe que es bien tenido en cuenta por su rigor y por dejar de manifiesto las debilidades y fortalezas que hacen a ciertos países más productivos que otros. La competitividad es un término que se usó tanto que se descubrió que finalmente podía ser un sofismo, como lo advertía Krugman, ¿ser competitivos para qué?, ¿los países realmente compiten? ¿o las que compiten son las corporaciones, los individuos?, pues he ahí que la definición de competitividad propuesta por el World Economic Forum debería dejarnos satisfechos: la competitividad es un conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan la productividad de un país. Y, como seguramente sabemos o intuitivamente concluimos, la productividad está definida por la cantidad de producción de una unidad de producto o servicio por insumo de cada factor utilizado por unidad de tiempo. Bueno, sí, seguramente uno no lo intuirá en esas palabras pero deducimos que pr

Todo o nada

Nadie cree que el proceso de paz que adelanta el Gobierno con las FARC sea un diálogo de amor y paz. Ni la euforia de la extrema izquierda reivindicándose un triunfo inexistente al lograr que esta agrupación armada reciba un reconocimiento político, que es coyuntural y de cierta forma artificial , ni el escepticismo y oposición radical de la extrema derecha a este proceso logran definir con precisión lo que ocurre con esta etapa de diálogo. No se trata de un acto de perdón ni de arrepentimiento: ni el Gobierno está dando concesiones trascendentales que permitan pensar en un manto de impunidad ni las FARC están viniendo de rodillas a pedir perdón al pueblo, al cual aún creen representar. Este proceso se diferencia de otros, en primer lugar, por ser el resultado de una estrategia estatal de largo plazo. En 2002 cambió el ajedrez militar en Colombia con una ventaja evidente hacia el Estado. Se duplicó el pie de fuerza, se incorporó una política ofensiva basada en la ocupación del esp