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Mostrando entradas de febrero, 2015

Precios en el aire

Sí, hoy un pasaje entre Bogotá y Cali en la única aerolínea de bajo costo del país cuesta 35 euros menos que un viaje entre París y Madrid en una aerolínea similar europea. Considerando que se tratan de un vuelo doméstico de 30 minutos y uno internacional de dos horas, uno esperaría un resultado significativamente diferente. Si lo ponemos en la perspectiva de una aerolínea convencional, el mismo viaje de 30 minutos dentro de Colombia hoy vale 107 euros, frente a los 173 euros del viaje internacional en una línea similar europea en la misma fecha. No es en vano que muchos argumentan que es más barato ir a Miami que tomar un avión a Cartagena y que la ministra de Comercio haya solicitado a las aerolíneas del país bajar sus tarifas; solicitud que, obviamente, este gremio rechazó muy pronto, aduciendo una estructura de costos que lo hace improbable. Y es que el panorama realmente no es muy agradable para el viajero doméstico: las tres principales aerolíneas del país manejan tarifas muy si

Conservando prejuicios

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El debate sobre la adopción igualitaria y el fallo de la Corte Constitucional me recuerda un par de capítulos de la novela del escritor británico Aldous Huxley, Un mundo feliz, en el que John el Salvaje encuentra que el nuevo estado mundial basa su felicidad en la manipulación, en el constreñimiento de la libertad de elección y de pensamiento, donde se inhiben además las emociones y el ejercicio intelectual. El problema es que John pierde a su madre y siente un fuerte amor hacia Lenina, pero debe inhibir sus emociones y debe ocultar su dolor y deseo pues el nuevo orden no considera esas expresiones como admisibles. Agobiado por esto, decide aislarse y exiliarse, viviendo una vida solitaria y cargada de excesos hasta su suicidio. Al leer estos dos capítulos de la obra de Huxley, pienso en si este es el camino que sigue el mundo: donde quien quiere ser diferente a menudo no encuentra otro camino diferente al aislamiento, con finales rara vez felices.  Suelo abstenerme de debate

Bogotá

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Esta semana el influyente periódico británico The Guardian publicó un estudio sobre la forma en que se configuraban cuatro ciudades del mundo: Londres, Delhi, Tokyo y Bogotá. El estudio es contundente: entre esas cuatro ciudades hay cerca de 80 millones de personas y un PIB de 2,2 billones de dólares (millón de millones). El estudio de LSE refuerza la idea que las ciudades son, sin lugar a dudas, algunas de las creaciones humanas más apasionantes y complejas de entender: la ciudad es, por definición, una creadora de riqueza, producto de las redes sociales que se extienden y que generan externalidades positivas. No obstante, la aglomeración impone costos, algunos de ellos de difícil asimilación, que supone efectos negativos para sus habitantes. Que Bogotá figure en este estudio no es gratuito: entre Santiago y Ciudad de México es la ciudad más grande y posiblemente la más importante de la región; aglomera a ocho millones de personas, moviliza el mayor volumen de carga del sur del

¿Qué paga ser pilo?

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Pocas veces una política pública se ejecuta con tanta agilidad en Colombia. Entre el anuncio presidencial de los 10 mil créditos condonables -que finalmente es la naturaleza de una beca- y la entrega de estos recursos a los estudiantes bachilleres no pasaron más de tres meses. En primera medida, es un reconocimiento del Estado colombiano a algo que es evidente: en la educación superior hay una fuerte división entre universidades públicas y privadas pero, más preocupante aún, una brecha muy amplia entre quienes acceden a las universidades privadas de mayor calidad y quienes por limitaciones financieras no logran hacerlo. Hay que pensarlo de esta manera: en promedio, una matrícula anual en una universidad privada con acreditación de alta calidad en Bogotá ronda los 9 mil dólares y 7 mil dólares en Cali -excluidas las matrículas de medicina, que normalmente están por encima de estos promedios-; al enfrentar los costos de los programas de pregrado de estas universidades con los ingr