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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Un burro de oro

Por: Andrés Felipe Galindo Farfán* Algunos abuelos solían decir, haciendo referencia al incómodo momento cuando el dinero deja de alcanzar, una frase bastante elocuente: me venden un burro de oro en cinco centavos, ¿pero si no los tengo?; suele ocurrir que algunas de las más difíciles situaciones que afrontan los países emergentes como Colombia es la marcada sensación en los consumidores de tener que pagar precios altos y por esa vía sentir que sus ingresos no alcanzan. Aún cuando en estos países los bienes y servicios son en términos relativos más baratos que en el mundo desarrollado, es cierto que la percepción de un consumidor colombiano es que los precios de los bienes que consume son cada vez más elevados, ¿verdad o percepción?, no son eventos excluyentes pero no describen con precisión absoluta lo que realmente ocurre en Colombia. El suelo en un barrio exclusivo del sur de Cali como Ciudad Jardín o en el norte de Bogotá como Los Rosales puede pasar fácilmente por uno tan alt

La crisis del sector agrícola: diagnósticos errados y desafíos para el futuro

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Introducción: panorama del campo colombiano El panorama rural de Colombia es bastante desalentador desde hace más de cuarenta años. Son pocos los que hacen política en el campo simplemente porque el país se ha concentrado en las ciudades. Pero el campo colombiano representa el 94% del territorio nacional, mientras se estima que un 32% de la población total de Colombia está ahí, de acuerdo con cifras oficiales. Y es que definitivamente la tierra tiene que ser un asunto de gran importancia si desde finales de la década de 1950 el desplazamiento de los pequeños propietarios de tierra, especialmente en la Costa Atlántica, ha sido una situación constante (Reyes, 1987). Y es coherente con lo que ciertos indicadores sugieren: el coeficiente de Gini, una medida que indica el nivel de concentración de la riqueza en una economía, dice que desde hace cuatro décadas la tierra en Colombia está  cada vez en menos manos, pasando de un 0.74 a un 0.88, es decir, a sólo 12 décimas de la perfecta de