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Mostrando entradas de enero, 2016

Mi respaldo al proceso de La Habana

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Comparto el sentimiento de rabia y dolor que embarga a los colombianos cuando piensan en todas y cada una de las ofensas que hemos recibido por quienes han tomado la vía de las armas para imponer sus ideas. Comparto la indignación por las muertes, secuestros y los crímenes cometidos en el nombre de la justicia social. Soy de aquellos que cree que un fin justo deja de serlo cuando se usan medios injustos para alcanzarlo. Vengo de una familia que ha conocido el secuestro, la extorsión y los mecanismos de intimidación en el marco de esta guerra; nací en los años de la guerra de los carteles del narcotráfico contra el Estado, vi cómo mi país sucumbía ante aquellos que a sangre y fuego se apropiaban de los espacios que dejaban gobiernos débiles y sin visión. Soy hijo de una generación que, como las anteriores, no ha dejado de ver un solo día la barbarie y el odio entre semejantes. Tengo motivos para odiar, tengo suficientes argumentos para pedir castigo ante tantas atrocidades, no so

El río de los muertos

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Que Cali y Palmira están entre las diez ciudades más violentas fue la noticia que movió a las redes esta semana. Con tasas de homicidios que sobrepasan los 60 asesinatos por cada 100 mil habitantes superan la media nacional en casi 30 homicidios y convergen con ciudades altamente golpeadas por el flagelo del narcotráfico y la desigualdad -terreno fértil para las expresiones de criminalidad- como las centroamericanas. Claro, mención especial merece Caracas, donde la polarización política, la proliferación de grupos armados amparados por el Estado y el creciente antagonismo de los grupos sociales han exacerbado la violencia. En las últimas tres décadas la capital vallecaucana ha enfrentado grandes choques que han definido los rasgos y motivaciones de la violencia: el narcotráfico de los grandes carteles en la década de 1980 y 1990; la llegada de las milicias de los grupos armados ilegales a finales de los noventa y principios del siglo XXI y, recientemente, el auge del denominad

Sensacionalismo económico

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Poco a poco la economía aparece como uno de los temas que más preocupan al ciudadano: el PIB y el empleo crecen menos, el peso colombiano se devalúa solo por detrás del Rublo ruso y el Real brasileño y el pesimismo se ha convertido en la regla, ante un gobierno que no ha sido capaz de convencer a sus ciudadanos que la situación es menos grave de lo que parece, como en efecto lo es. La Revista Semana publica en portada un bocado de cardenal para quienes están a la espera de estas malas noticias para ganar espacios políticos: Colombia empobrecida, titulan, alimentando con un marcado sensacionalismo el pesimismo que se está retroalimentando entre los colombianos. La lectura es decepcionante por su calidad pero constituye un resumen de lo desacertado del debate que en torno a la economía colombiana se da en el país, sobre todo en las redes sociales.  El pésimo desempeño de la Bolsa de Valores, explicado en buena medida por el comportamiento del mercado cambiario y la destorcid

La economía detrás de la venta de Isagen

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Mi primera advertencia es que con este artículo no pretendo sentar una postura sobre la conveniencia o no de la venta de Isagen y, en segundo lugar, advierto que no tengo interés alguno en convencerlo de cambiar su postura al respecto, si la tiene y considera que sus argumentos son los necesarios para hacerlo. Grosso modo, la venta de esta empresa estatal se ha planteado como una necesidad para obtener un mecanismo adicional de financiamiento de los proyectos de infraestructura del gobierno, que sumados desbordan la capacidad del sistema financiero y del mercado de capitales. Bajo está lógica, el gobierno nacional pretende prescindir de su participación mayoritaria en Isagen y usar los recursos de la venta de sus acciones para invertirlos en la construcción de las vías de Cuarta Generación (4G). Hay una gran variedad de argumentos en contra y en favor, algunos profundamente  ideológicos, otros netamente políticos y hasta oportunistas, así como los hay desde la óptica ambiental

La reforma tributaria estructural

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En Colombia es muy usual que la historia tenga una alta carga de fantasía. El realismo mágico al relatar los episodios de la historia nacional parece ser un muy buen homenaje a nuestro Nobel de Literatura, pero muy a menudo hace perder la noción de lo que realmente ocurre. En materia económica es cierto que el país atraviesa por una turbulencia fuerte: la dinámica internacional ha implicado una destorcida en los precios del petróleo, una devaluación dramática del peso colombiano y un saldo en la cuenta corriente por cuenta del enfriamiento de la demanda externa. Esto ha tenido implicaciones muy fuertes en los ingresos del gobierno y en el desempeño del crecimiento económico, que ha obligado a revisar a la baja las proyecciones de expansión del PIB. No estamos en una crisis pero, si no es bien manejada esta turbulencia, podríamos enfrentarla. Claro, para nuestro realismo mágico hoy enfrentamos la peor crisis económica y extrañamos los tiempos de ríos de leche y miel de la décad