La tierra de Israel y la Colombia 2025

Bastante inspirador resulta ver el video que circula por las principales redes sociales de Internet promoviendo a la Colombia del año 2025. En esencia muestra a una nación privilegiada por la naturaleza, como ciertamente lo es, potenciada por grandes proyectos de inversión en biotecnologías, innovación y ciencia, que promete descender los índices de pobreza a cifras ínfimas y caracteriza al país, ni más ni menos, como la nación más rica y desarrollada de América Latina. Claro, supongo que toman en consideración los cambios institucionales necesarios, la estabilidad política y la cesación de la violencia incruenta asociada al narcotráfico, pero es evidente que el proyecto es ambicioso, que a él no se llegan sin hacer reformas profundas necesarias para la sociedad y demanda una política, como lo sugiere Bourdieu, más alineada con el palpitar científico y académico. Para muchos es ingenuo creer que a la vuelta de dos décadas Colombia, un país escandalosamente complejo, va a ser una especie de Suiza enclavada en una región que promete muchas cosas, entre ellas un empeoramiento de las condiciones del desarrollo social, económico y político producto de unas estrategias ineficientes de transferencia de riqueza. Pero para muchos es algo realizable y lo haré citando a un país que hace 60 años vivía una tragedia y hoy se erige como la única nación realmente desarrollada de Oriente Medio: el Estado de Israel.
Israel surge como un acuerdo propiciado por la ONU en 1948 para acoger a los millones de judíos diseminados por Europa y que escasamente lograron sobrevivir a la masacre propiciada por el Tercer Reich; al hacer una retrospectiva, apenas dos años después de la constitución del Estado, Israel afrontaba una guerra contra sus vecinos panárabes celosos de un territorio históricamente disputado. Sin embargo de las tres grandes guerras que la nación hebrea afrontó, las tres venció y sólo pudo ceder ante la presión de la comunidad internacional, dada la debilidad latente de los enemigos. Pero, ¿cómo pudo un pequeño país de menos de 6 millones de habitantes erigirse en el más poderoso enclave del Oriente Medio con apenas 60 años, un territorio en lo absoluto rico y fertil y rodeado por enemigos o, al menos, naciones apáticas a la nación de Israel?, la respuesta es larga y no la tengo completa, pero claramente que la diferenciación entre el rico y adelantado Estado judío y las rezagadas naciones árabes está definida por un concepto extenso: la ciencia al servicio del desarrollo. Claro, una ciencia propiciada por unas instituciones fuertes y flexibles al proceder científico y un gobierno comprometido, algo que reiteran en el video Colombia 2025. ¿Alguien se ha preguntado por qué una línea de concreto lejos de separar dos pueblos separa a dos civilizaciones?, ¿por qué a un lado del muro construido en Gaza unos ganan 15 mil dólares al año y al otro apenas llegan a los 1000?, indudablemente el orígen se encuentra en la dirección de las estrategias de desarrollo emprendidas históricamente por instituciones políticas limpias y efectivas como la Knésset, el parlamento israelí, y uno de los más eficientes del mundo, y un gobierno dirigido idóneamente, con obvias equivocaciones, pero que ha logrado enrutar a un pueblo. Israel fue consciente de la necesidad de ser una nación moderna y su infraestructura así hoy lo demuestra. En sus inicios logró adoptar tecnologías a sus necesidades específicas, para lo cual el apoyo europeo y muy especialmente de los Estados Unidos devino fundamental; una adaptación eficiente de tecnologías pronto precipitó que el país fuese capaz de abastecerse de sus propias técnicas de producción que finalmente catapultaron a Israel: suelos otrora desérticos empezaron a proveer de productos agrícolas, la industria militar llegó a ser a la quinta a nivel mundial y las ciencias se volvieron parte del panorama social y económico: ese pequeño país obtuvo a través de Robert Aumann un premio Nobel y la Universidad Hebrea de Jerusalem pasó a ser considerada una de las mayores escuelas de ciencias del mundo. Así las cosas hoy Israel cuenta no solo con una de las fuerzas armadas más fuertes y modernas, sino con líneas de tren de alta velocidad, unidades de producción agrícola altamente tecnificadas y bienestar que pocos países de la región logran tener.
El hecho que Israel tenga un plan concreto de ciencia y tecnología lo hace un bastión de desarrollo; más allá de cualquier cuestionamiento, el impresionante desarrollo económico de ese país representa un modelo a seguir. Las viejas políticas de competitividad y desarrollo se encuentran cuestionadas, no por inoperantes sino por incompletas. No basta abrir mercados y llevar a cabo políticas de apertura comercial. La competitividad se construye, y la experiencia israelí lo demuestra, cuando las políticas de planificación social están sustentadas en la producción de riqueza y no en la simple redistribución, ello implica pensar en la innovación y el desarrollo tecnológico, en los sistemas de invetigación y educación que sustentan la producción intelectual del país y la simbiosis academia-empresa-Estado como una condición de primer orden y un requerimiento imperioso. Los ajustes institucionales se dan por descontados: sin ellos cualquier proyecto fracasaría.
En un contexto de mercados globalizados y de un mundo en evolución, la política y la economía se juntan para construir un sistema implacable que permita concebir sistemas de administración pública eficientes, instituciones fuertes y coherentes y sistemas de desarrollo humano que ataquen el nucleo duro de la pobreza. Israel aprendió la lección: es el turno de Colombia de darle a las ciencias el lugar que toda casa bien ordenada debe conceder.
Post Scrpitum: Gracias, presidente Chávez, sus deseos de que Colombia sea la Israel de América Latina son para mí un muy bienvenido cumplido!....

Comentarios

Fabio ha dicho que…
En la medida que los economistas utilizamos las estadísticas como el PIB per- cápita como medida de comparación o distinción, podemos llegar a caer en errores de especificación de los problemas que se plantean como desarrollo, lo mismo ocurre cuando tratamos de comparar a naciones como Israel con Colombia. Al homogenizar circunstancias, como las que se plantean allí, en los aspectos de innovación y desarrollo, podemos asumir de primera mano que Colombia también debe hacer muros de concreto en los puentes de Paraguachon o Rumichaca y debe instalar garitas y bases en el Arauca para protegerse de los fundamentalistas patrióticos latinoamericanos. Entonces la pregunta, sin embargo es, si es posible comparar a las empresas Israelís que cotizan en Nasdaq, con las que cotizan en el IGBC, si existe como condicionante que la (I+D) depende de los aspectos guerreristas que han enmarcado su historia desde el éxodo de Egipto. En circunstancias como estas, ¡Afortunadamente no soy Israel!, prefiero ser un mono exportador, que un influyente científico que tiene que buscar por afán (I+ D) por cuestiones de defensa.
Ahora el interrogante será que el panorama que usted nos plante es halagador.

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