Con toda seguridad

Las cifras de seguridad han generado un enfrentamiento aún mayor entre el la derecha uribista -extremista radical- y el Gobierno de Juan Manuel Santos, lo que ha acentuado las diferencias entre los hoy rivales políticos más importantes del país y antes aliados incondicionales. En efecto, el mayor éxito del Gobierno de Uribe fue haber controlado la violencia creciente del país y generar un entorno de confianza en torno a la capacidad del Estado de ejercer el monopolio de las armas e imponer la autoridad en un territorio que había sido fraccionado por la acción beligerante de ejércitos irregulares. Sin embargo, en la medida en que el debate político se enfoca en las elecciones de este año, es importante identificar lo que realmente ocurrió en ese periodo y retirar ese velo que hay alrededor de la gestión del pasado Gobierno para garantizar la seguridad de los colombianos.

Primero, es importante reconocer que entre 2002 y 2010 hubo un decremento en las variables asociadas a los delitos contra la vida y la integridad de los ciudadanos, tales como los secuestros y los homicidios. Si bien Colombia conserva altas cifras de homicidios en ciudades como Cúcuta y Cali, hoy el país en su conjunto registra poco menos de 15 mil homicidios al año, frente a los 24 mil de Venezuela, por ejemplo. La muestra más elocuente de lo que ocurrió en los últimos años es que pasamos de registrar tasas de homicidios de 64 muertes violentas por cada 100 mil habitantes a 34,46 en 2010. No obstante, el análisis demuestra que entre 2007 y 2010, ciudades como Cali y Medellín vieron incrementados los homicidios, situándose en el doble de la tasa nacional. En estos casos concretos puede deberse a que ciertos grupos o reductos quisieron acceder al control del tráfico de drogas y la extorsión donde antes estructuras de las guerrillas ilegales y los grupos de autodefensa solían mantener su dominio. De idéntica manera se puede destacar que los secuestros llegaron a mínimos históricos en ese periodo, no así las extorsiones, que desde 2008 presentan un incremento sustancial. El éxito de la política de seguridad democrática es haber revertido la tendencia de la violencia en Colombia que se había ensañado contra la vida y la integridad de los ciudadanos, como lo recuerdan las masacres, los secuestros masivos y el terrorismo que se llevó de forma feroz a las ciudades.

¿Pero qué pasó además entre 2002 y 2010?, mi teoría es que la seguridad democrática cambió la fisonomía de la violencia. Colombia pasó de ser un estado al borde de una confrontación abierta entre grupos armados que en conjunto sumaban la mitad del pie de fuerza del Estado y que se había ensañado contra la vida de cientos de miles de ciudadanos en los últimos cincuenta años. En efecto, el mayor logro de Uribe y que quizás le merezca su reconocimiento histórico es haber llevado a un punto de no retorno esa violencia estridente y demencial. Sin embargo, eso no supuso que Uribe entregara un país seguro en el estricto sentido de la palabra: los delitos contra el patrimonio económico han venido en franco aumento, entre ellos las extorsiones. De hecho, en 2007 se redujo la tendencia decreciente de este flagelo y entre ese mismo año y 2012 la cifra se ha duplicado, pasando de 1082 a 2316, tal y como lo registra el Ministerio de Defensa y, curiosamente, departamentos como Antioquia, Valle y la ciudad de Bogotá concentran la mayor cantidad de los registros. De nuevo, al contrastar las cifras de la Policía Nacional, descubre uno que el 57, 58% de los delitos contra el patrimonio son cometidos en estas tres regiones. La tendencia en las cuatro principales áreas metropolitanas es ascendente en la comisión de este tipo de delitos. Es así como los hurtos a residencias, comercio y personas ha venido en aumento en todo el país, especialmente en Cali, que desde 2008 ha visto aumentar estos delitos en un 1636.6%. Si bien la seguridad en un contexto general es evidentemente mejor que hace 10 años, conviene resaltar que los fenómenos recurrentes de hurtos y extorsiones se han venido incrementando y estos delitos son sensibles para la percepción de seguridad de los ciudadanos.

Cuando uno analiza la confrontación entre el expresidente y el presidente, se percibe un dejo de mezquindad y manipulación de las cifras, pero ante todo un juego manifiesto con las percepciones de los ciudadanos. Por un lado, aunque las actuaciones de los grupos terroristas han sido mayores en los últimos meses, es imposible afirmar que se trata de un regreso al pasado, en gran medida porque son eventos en zonas aisladas, contra objetivos específicos y con un bajo costo en vidas humanas. Por otro lado, es prudente afirmar que las cifras de reducción de los delitos en Colombia han tenido un estancamiento desde 2007, en gran medida porque la política de seguridad democrática no concibió una política de convivencia y de seguridad urbana que fuese efectiva para frenar delitos que provienen de la delincuencia común y no de los grupos armados ilegales, como solía ocurrir antes. Con toda seguridad podemos afirmar que hoy Colombia es un país más seguro, porque ha superado el conflicto armado, pero ni el uribismo ni el mismo Gobierno de Santos ha logrado poner sobre la mesa una política eficaz para frenar el crimen proveniente de individuos y bandas organizadas sin poder criminal pero con gran influencia sobre las percepciones de los ciudadanos. 

Fuentes: Ministerio de Defensa Nacional
             Policía Nacional



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